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POR LOS ENTORNOS DEL RÍO CINCA, EN PINETA.
Temperaturas a -15º C bajo-cero (Bielsa-Huesca)

El agua acristalada cruje bajo los pies y en plena noche duelen los huesos al salir del refugio, para escuchar a las rapaces nocturnas. Caminatas por el interior del valle, un metro de nieve acumulada y los crampones rasgan el hielo en la oscuridad; vamos progresando entre la vegetación. Todo un mundo de blancos, repleto de reflejos tocados por el Sol... al amanecer.







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(Imagen cedida por Jaime Arbex - Refugio de Pineta)
Pico de Pineta (2.861 mts. y Punta de Fontcarral (2.718 mts). Todo un emblema geográfico que identifica al Valle de Pineta.

En estas fechas de primeros de marzo, aún las temperaturas bajo cero se mantienen en el Valle de Pineta.
Ya decíamos en anteriores reportajes de Ordesa, que la primavera aquí llega muy retrasada, retraída y al compás aún de algunas nevadas acompañadas de duros hielos.

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(Imagen de Jaime Arbex)
El agua acristalada cuelga y cruje bajo los pies en plena noche.
Duelen los huesos al salir del refugio para escuchar a las rapaces nocturnas. Caminatas por el interior del valle con un metro de nieve acumulada. Con los crampones, vamos progresando entre la vegetación. Nos detenemos de vez en cuando, permaneciendo en estricto silencio para escuchar. Un espacio de tiempo prudente y volvemos a poner pasos en marcha.






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(Imagen de Jaime Arbex)
Podemos detectar las bajas temperaturas de la noche, curioseando las mil formas que las escarchas tienen de promocionarse, reteniendo la humedad en el tiempo. Bellezas sublimes de la cristalización del agua que con el Sol desaparecerán en pocas horas.

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(Imagen de Jaime Arbex)
Rosetas, estrellas y bellas espigas se forman entre la discreta y blanca oscuridad.
Descubrirlas es toda una odisea.
Curiosearlas a través de un binocular, es todo un mundo dentro de otro mundo de formas perfectamente entrelazadas.


Escuchando el canto de las rapaces nocturnas.
Detectamos el canto del Cárabo, pero buscamos los sonidos del Mochuelo Boreal, allá en los altos precipicios, es la conocida "Lechuza de Tengmalm" tan extraña, tan desconocida en la Península Ibérica, que aquí la nombran los catálogos como en una isla en el Pirineo; deseamos poder localizarla y escucharla placenteramente con nuestros propios sentidos. Eso es sentir en el sentir, notar la vida de la naturaleza como late incluso a oscuras, como respira en estos confines de la frontera, en estos espacios extremos bajo cero.

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(Imagen cedida por Jaime Arbex)
Son las ventiscas de las altas cumbres, que espolvorean la nieve de las crestas, para llenar el azul de velos blanquecinos.

De repente sobre los llanos de La Larri oímos un canto que no nos es familiar, conocemos el canto de todas las rapaces nocturnas, y esta no está entre ellas. Por fin... es la Lechuza (el Mochuelo boreal) que andábamos buscando. 5 noches han hecho falta para poder localizarla. Cantos muy seguidos e insistentes de un macho como si se encontrasen en la época de celo (apareamiento).

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(Imagen cedida por Jaime Arbex)
La bóveda celeste no se detiene dando vueltas alrededor de la Estrella Polar.
Con buen tiempo, las oscuridades aquí son claras y luminosas por las estrellas, con unas vistas del firmamento verdaderamente espectaculares.


Permanecemos sentados un buen rato, para seguir oscultando los sonidos de la noche. Bien abrigados pero con las orejas orientadas a todos los puntos cardinales. Un zorro ladra a lo lejos y un corzo muje con sonido muy grave en el fondo del hayedo en el mismo circo de Pineta. Unos aludes han cubierto el sendero. El murmullo de las aguas del Cinca que descienden bravas desde La Larri y desde el Balcón apenas nos dejan escuchar nada -absorbiendo todos los sonidos del ambiente-, y cambiamos de lugar apartándonos de las cascadas.

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(Imágenes de las huellas, de Ibérica 2000)
Breves curiosidades sobre la Lechuza de Tengmalm.
También conocida como el Mochuelo Boreal (Aegolius funereus). Un poco mayor que el Mochuelo común, pero de un pardo más fuerte, y con silueta diferente. Una cabeza más grande en proporción al cuerpo, con discos faciales más puntiagudos, que le dan la expresión de "cejas levantadas". Las patas y sus piés están dotados de un abundante plumaje.
Su canto es estrictamente limitado y estacional.
* Informe sobre el uso del habitat del Mochuelo boreal... (Enlace a doc. Pdf...)
* Primeras observaciones del Mochuelo boreal en la Península ibérica... (Enlace...)


Sonido hueco y detonante, ligeramente ascendente; con notas emitidas con lentitud y acentuadas alternativamente. Nidifica a menudo en viejos agujeros de carpinteros, como el Pito negro. Sus nidales pueden contener hasta 10 huevos (normalmente entre 3 y 6).

Por su pequeño tamaño y por frecuentar los densos hábitats con hábitos estrechamente nocturnos, hacen de ella, una de las aves más difíciles de observar. Aparece casi exclusivamente en esta parte del Pirineo, quizá en irrupciones periódicas, por la que tan solo se la localiza al escuchar su reclamo.

Escuchamos atentamente entre las brisas que soplan por encima de los pinares y de los hayedos desnudos del interior del cauce del río. En nuestras salidas a media noche, cuando los montañeros duermen, y todo está en "stand-by", se puede oír claramente cualquier canto en esta parte del valle si asciendes un poco, abriendo la panorámica con la altura. Te sientas, aflojas la respiración y estiras las orejas, acurrucándote para no perder calor.


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(Imagen de Ibérica 2000)
Es la vida durmiente, que espera como un milagro el mejor momento para el despertar, es un reloj mágico, el reloj lógico de la biología que entreteje a la ecología, y la hace moverse como ruedas dentadas que al milímetro están diseñadas para trabajar al mismo compás.

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(Imagen de Ibérica 2000)

El Valle de Pineta por desgracia tiene muy poca superficie protegida por el Parque Nacional de Ordesa y Monte perdido, a pesar de ser un valle muy boscoso. Las dos terceras partes de los bosques protegidos de Pineta son hayedos o hayedo-abetales. Al ser el valle más amplio de los que aparecen en el entorno de Ordesa, están muy desarrollados los bosques de ribera, con este sauce tan raro, el Salix daphnoides. Pero lo más remarcable es sin duda la presencia del bosque mixto de terraza aluvial de mayor extensión y mejor conservado de todo el Pirineo aragonés. La pradería para el ganado en estos entornos se conserva todavía productiva. Y el zig-zag de la pista de "esquí de fondo", transcurre desde el Parador Nacional a lo largo del cauce del río, cuando hay abundante capa de nieve.

Fragmento extraído del libro de José Luis Benito Alonso.
Guía de las flores del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. 2009.


(imagen omitida)

] Muy atractivo es entre la blanda nieve, descubrir las huellas de los seres nocturnos que no se ven, que no se mueven durante las horas de Sol y que permanecen en sus cubiles, en sus escondites diurnos, empezando sus correrías al atardecer ya en la seguridad que ofrece la penumbra, en cuanto la luz se pone por el horizonte. Es un despertar de despertares donde los animales que salen en busca de alimentos, en esa lucha injusta que tiene La Naturaleza, "en comer y no ser comidos" empiezan su frenesí alocado con un hambre voraz.

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] Las huellas de los zorros acariciando la capa de nieve con sus almohadillas se diferencian de la Marta o del Gato montés, al marcar sus uñas de las patas delanteras, siendo como las de los perros pero alargadas; deambulan por la nieve, curioseando, haciendo rodeos, subiendo y bajando montículos, escarbando en madrigueras o bajo las piedras.

Un sin fin de aventuras, de merendolas a la luz de las estrellas, de correrías por senderos no señalizados y de juergas nocturnas, que no aparecen en las guías ni en los libros turísticos, pero que forman parte de estos entornos ya desde tiempos muy ancestros.

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] Huellas tibias de aves pequeñas que se deletrean a espacios en blanco entre la nevada, son de pinzones, pardillos, herrerillos, gorriones alpinos y acentores que juegan en bandadas, que si les dejas migajas de pan o semillas pueden observarse a una distancia considerable con los prismáticos. Disfrutar de los columpios que realizan los carboneros comunes y los garrapinos en las ramas del pinar, es todo un circo de sorpresas, orquestado con sus 57 cantos diferentes que confunden al mayor experto ornitólogo que los desea identificar.

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] Son las chovas piquirojas y los cuervos que se dejan oír desde lo más alto. Y de vez en cuando, el arrendajo común nos intimida, avisa con voz de alarma que estamos allí, preparando a los demás congéneres del bosque. Son sus cantos imitando a otros cantos, los que nos confunden y los que nos alejan de creer que es él, pero al final, lo descubrimos sin verlo.

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] Las marmotas ya se encuentran en el interior del Valle, han invadido el Pirineo desde su introducción en la vertiente francesa. Pero en estas fechas aún no se les escucha su típico silbido sobre las rocas, sobre sus miradores, para ver quién se mueve y quien deambula en sus territorios de pastoreo.

(imagen omitida)

] * Imagen ampliada en... (Enlace...)
Emocionante descubrir entre los hilos de las corrientes del río, el agetreado baile de zampullones del Mirlo acuático, que rema con sus alas contra corriente y se apresura buscando larvas, gusanillos y moluscos entre las zonas más calmadas en plena corriente de torbellinos acuáticos. Con los prismáticos lo observamos entre chapuzón y chapuzón, saliendo y acicalándose entre las rocas donde más suenan las aguas. Levanta su cabeza entre el desasosiego y nos mira, nos controla, sabe que estamos ahí pero sigue en su juego, es esa lucha de la supervivencia, de alimentarse y llenar instintivamente el cuerpo de calorías que le permitan pasar una noche más, hasta que los crueles fríos desaparezcan; que llegue la explosión de la primavera y con ella la bella época del verano. Tics y movimientos típicos que al salir del agua le identifican claramente aún entre sombras y rameríos -no dando asomo de duda que es él-, conjuntamente vestido con su barbuquejo blanquecino. Un plumaje perfecto, aislante como el mejor neopreno, diseñado al milímetro para un duendecillo que se mantiene gran parte del día sumergiéndose en las aguas frías-frías que bajan oxigenadas del lago Marboré y caídas del Cinca, en el corazón de Ordesa en el Pirineo central.
* Enlace a vídeo donde podemos contemplar a este pajarillo que pasa desapercibido entre tanta belleza natural... (Comentarios en idioma alemán...)








Todo un espectáculo en su máximo esplendor,
"una Naturaleza en acción", viva y de sana población en estas aguas
impolutas de la que podemos sentirnos privilegiados
al ser aún testigos de su virginidad.


Debemos y podemos conservar este espacio como parte
de ese paraíso heredado, lo que fue aquella tierra trabajada,
digna y de absoluto respeto, aquella que fue sembrada
por los abuelos de nuestros abuelos.


De la Nutria en Pineta, nos ha costado un poco encontrar huellas en la nieve; pero siguiendo los rastros con perseverancia y largas dosis de paciencia silenciosa, la hemos podido llegar a observar largos ratos y hasta fotografiarla muy de cerca. (16 de marzo 2010 a las 16´00 h. pm.).

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] Hemos recorrido algunos tramos del río desde el refugio de Ronatiza hasta el embalse, una ruta especial y bella como pocas entre manchas nevadas y verdes primaverales, que despiden el hielo para entrar en época de temperaturas más suaves.

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] El Valle de Pineta está separado en dos estaciones. Una más radiante y caliente que mantiene mayor número de horas soleadas y empieza con ello en buen tiempo (vertiente norte), y otra donde la primavera no termina de arrancar del frío invierno (vertiente sur). La umbría nevada es la que mantiene duros los hielos, congeladas aún las cascadas con gruesas cortezas sobre sus aguas.

(imagen omitida)

] * La imagen, la tenéis ampliada en... (Enlace...)

Del Visón ibérico o del Turón, por el momento no hemos hallado excrementos ni huellas en la nieve a las orillas de sus aguas, pero están ahí, tímidos y muy retraídos, sigilosamente astutos a nuestra presencia, detectándonos a grandes distancias. Tan sólo por sus excrementos colocados estratégicamente sobre las rocas para marcar sus cotos privados de pesca, serán los indicios que delaten su presencia.

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] Un bosque para despertar los sentidos

A la entrada del Balle Berde (Valle de Pineta), nos encontramos una sencilla área recreativa junto a la carretera, con mesas y columpios de vistosos colores para niños. Aparece un camino y nos adentramos por él. Descubrimos siguiendo los retorcidos senderos formados por las huellas en la nieve de un zorro, entre los pinares y los abetales rodeados de riachuelos, otra área de campamentos.






En una pequeña parte, unas indicaciones "en braile" nos llaman la atención. Son unas sencillas muestras de un itinerario para descubrir "el bosque con los sentidos", donde la vista no cuenta, pero si cuenta el tacto que podamos dar con nuestros dedos reconociendo la textura de las distintas cortezas de los árboles, los olores de cada madera y del ambiente que respiramos, escuchando con toda atención los sonidos de los cantos de los pájaros y de las brisas, al roce sonoro que producen las finas hojas con el viento. Es un lugar donde existe comunión con el entorno, un lugar para reflexionar por la belleza y la riqueza que nos aportan nuestros ojos ante la magnitud del espectáculo con la ecología en su conjunto, donde el arte también tiene su espacio. Una enorme mesa de madera atípica con un gran porche, invita a sacar los enseres para una comida relajada y familiar.

Entre la frondosa vegetación identificamos el tímido canto de un ave que nos deja pensativos. No estamos acostumbrados a él porque no aparece en gran parte de la Península Ibérica. Gravamos y comparamos con las gravaciones que disponemos en nuestro archivo en el ordenador, y descubrimos la presencia de uno de los carpinteros de mayor tamaño que habitan en Ordesa, el Pito negro. Muy tímido para ser visto, pero entre notas sencillas a lo lejos, hemos podido saber de su presencia.
Son las 14´00 horas del 13 de marzo 2010. Así volvemos a anotar en nuestro cuadernillo de campo.







Breves curiosidades sobre el Pito Negro.

El "Drycopus martius" es el mayor pico de Europa. Con el plumaje negro a excepción de su cabeza, que presenta una mancha roja. Identificable al volar, porque no mantiene el vuelo ondulado típico de los picos, lo hace en recto, con rápidos batidos de alas. Tamborilea sobre la madera de forma vigorosa.

El hueco de su nido es por tanto mayor que el de sus otras especies de carpinteros, alojando de 4 a 6 huevos.

Es residente en el Parque de Ordesa y Monte Perdido entre los puntos excepcionales donde se encuentra en todo el Pirineo, aunque en invierno es algo divagante, cambiando de zonas muy fácilmente por lo que resulta difícil de localizar.

En resumen, es un ave muy ruidosa, con un reclamo fuerte y un tamborileo sostenido, sonoro y de largo alcance. Los vigorosos sonidos secos que emite mientras escava en los troncos, pueden oírse a considerable distancia, aunque es un ave retraída y no se deja ver con facilidad, escondiéndose entre el cerrado bosque de coníferas y de hayedos.

En los días posteriores, oscultamos silenciosamente allá en el Collado de Añisclo, en las altas e inhóspitas paredes del mismo Circo de Pineta. Los primeros que se escuchan al amanecer son los carboneros y los delicados mitos, que revolotean de rama en rama exhaustos porque aparezca el Sol. Aquí en el Valle de Pineta, debido a su orientación este-oeste los rayos de Sol atraviesan las montañas a primera impresión; da de lleno y flamante entre los picos, al clarear el día.

Allá en las altas-alturas del Collado de Añisclo, entre las cimas de las Tres Marías y por Puntas Verdes, hay quien a base de mucho pateo de alta montaña, ha podido descubrir al mítico Urogallo de una forma puntual e irrepetible, o ha escuchado los raros cantos de los machos de la Perdiz nival en los altos del lago Marboré o allá en el Balcón de Pineta. Son momentos en que se puede sentir el "examen de aprobado" que ofrece la montaña a aquellos que perseveran, que sueñan con ella y la persiguen, que la echan de menos cuando no la tienen entre sus pies.

Es una magnífica obsesión, perfecta, honesta con uno mismo y sana entre los demás vicios; aquella de soñar despiertos con volver a las montañas nevadas, a cargar los esquíes o las raquetas llenando la mochila con humildes tapas montañesas, para ir saliendo bien temprano. Cuando toca el Sol por el horizonte, ya deberíamos estar arriba en el Balcón de Pineta, y a comer en la cumbre del Monte Perdido.


Estas alturas, son lugares durísimos donde sobreviven de forma heroica especies vegetales que han superado la época de los glaciares y que hoy se han convertido en endemismos únicos que no se dan en otras partes de la cordillera. Son lugares donde se ponen a prueba las capacidades adaptativas de las especies vivas, donde la vida se agarra con uñas y dientes, aferrándose a cualquier precio para seguir respirando.

De 3.500 especies vegetales que aparecen en el parque, tan sólo unas 150 lo consiguen y de ellas 95 se encuentran en las 34 cumbres de este entorno, que superan los 3.000 metros de altitud. Aquí no es sitio para que resistan los delicados, los flojos o los oportunistas que no aguantan las fulminantes radiaciones ultravioletas ni las cortas raíces que no llegan a sujetarse en roca firme. Y las flores de los duros, cuando ven la luz explotan sus más fuertes y llamativos coloridos para en tan corta época de buen tiempo, atraer a los pocos insectos que las polinicen. Las que no pueden, se convierten en auténticas hermafroditas para auto-fecundarse a sí mismas y continuar así con su particular evolución; el reto a superarse a sí mismas.

Las últimas luces en Ordesa permiten escuchar al anochecer cuando regresas al refugio, al Azor entre la espesura del bosque, con su canto de risas y de avisos gorgojeantes, de saludos y de buenas noches. Te paras silenciando tus pisadas, escuchas atentamente enfocando los sentidos y asientes que son las rapaces diurnas, las que acomodadas casi a nuestra presencia se identifican entre la soledad que ofrece su cobijo, despidiendo el frío día que ya se apaga.

"La montaña solo merece la pena
si la compartes con amigos".
Si no hay comunicación, uno no crece y no evoluciona.



(imagen omitida)

] (Imagen cedida por Jaime Arbex)
En los refugios finalmente son momentos de tertulias,
de cenas calientes y de sorbos de vino que tonifican el cuerpo
después del esfuerzo.







Son los mejores placeres de esta recompensa, del buen diálogo entre las gentes que se reunen entorno a la dura montaña, que se calientan junto a una hoguera de charlas y de historias vividas que perdurarán en el tiempo; pero es la cruel montaña la que verdaderamente no tiene amigos, la que muchas veces se los cobra llevándose para siempre lo mejor de ellos, arrancándolos de la cálida y tierna amistad que forjaron este ambiente de almas que buscaban incansablemente vivir lo más sublime de las cumbres pirenaicas, sintiendo enormemente el éxtasis de estos paisajes tan vírgenes y con un encanto tan especial e inolvidable.

Son colores que te agarran, te sujetan entre todo su ramerío, y no te dejan marchar... parte de uno siempre queda ya en estas tierras.


Con preparación física y cabeza serena,
se pueden hacer cosas muy interesantes en las alturas.
Pero no es fácil encontrar compañeros que compartan estas motivaciones,
y que estén dispuestos a permanecer entre el frío con paciencia,
para observar y escuchar en silencio lo que nos depare esta Naturaleza tan sorprendente.







Libros relacionados que os recomendamos efusívamente:

* Guía de las flores del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. 2009.
De José Luis Benito Alonso. Dtor. En biología. Botánico.
* Escalada en hielo en los valles de Bielsa.
Editado por el Ayuntamiento de Bielsa. 2005.
Por el desaparecido Iñaki Cabo.
(Iñaki fué un apasionado del hielo por siempre jamás, amante habitante de estas tierras y vecino adoptado, por lo que tuvo razones suficientes para acometer este encargo. Gracias a él, y a compañeros como Simón Elías, Kike Fernández, Xavier Teixidó, Rafa Vadillo, Dani Vidal, Jon Izeta, Jaime Arbex, el refugio de Pineta en su conjunto y tantos otros que aportaron sus notas con su ayuda desinteresada, el Valle de Pineta y los entornos de Bielsa se han convertido en un referente internacional para la escalada en cascadas de hielo).

* Ordesa y Monte Perdido. Un Parque Nacional con historia.
En su 90 aniversario.
Editado por Prames, 2009. A través del Departamento de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón.

Más reportajes relacionados, desde Ibérica 2000:

* Desde el Valle de Pineta... (Enlaces...)
* Senderos: Desde Pineta a Tella, por el canal.
* La ruta de las Tres Ermitas de Tella. (Puértolas-Huesca)
* Monte Perdido. Sus historias nos envuelven...
* Ordesa: una durísima vida en las alturas.
* Refugio de Pineta
* Ordesa: lo que no te podías ni imaginar. (Huesca)
* La Mariposa Maculinea arion, en Ordesa...
* Cascadas de hielo en la frontera.

>> Autor: Redac.Ibérica2000 (20/03/2010)
>> Fuente: Recopilaciones de Ibérica, 2000 en el Pirineo.


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