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Manejo clínico de aves acuáticas: Rálidos.

(696)

FAUNA ACUÁTICA.
Cati Gerique, veterinaria del Centro de recuperación de fauna de El Saler, nos da detalles en su ponencia relacionada con las aves acuáticas, en la facultad de veterinaria de la universidad de Murcia.

X CURSO VEDEMA.
¿Qué es un rálido?

Los rálidos son aves ligadas al medio acuático, en el que se alimentan y reproducen.

En general son pájaros compactos, de patas y dedos largos, cuello no muy largo y pico relativamente corto y robusto. El plumaje es a veces críptico, aunque en ocasiones puede ostentar colores muy llamativos.

Se encuentran distribuidos por todo el mundo, con representantes en todos los continentes.

Sistemática.

Aunque mucha gente los supone emparentados con las gallinas (Orden Galliformes), en realidad pertenecen al orden de las Gruiformes.

Actualmente, y según las nuevas técnicas de filogenética, dentro de este orden se reconocen nueve familias:

* Mesitornithidae (Mesitos)
* Gruidae (Grullas)
* Psophiidae (Trompeteros)
* Rallidae (Rascones, Polluelas, Fochas, Calamones, Jacanas)
* Heliornithidae (Avesoles)
* Rhynochetidae (Kagú)
* Eurypygidae (Tigana)
* Cariamidae (Chuñas)
* Otididae (avutardas, sisones, hubaras)

Antiguamente se incluía también la familia Turnicidae (torillos), que actualmente conforma un orden propio (Turniciformes), la familia Pedionomidae (Pedionomas), que ahora pertenece a las Ciconiiformes y la familia Aramidae (Carraos), incluida ahora entre las Heliornithidae

La familia Rallidae cuenta con un total de 33 géneros y 133 especies, de las cuales 33 se consideran amenazadas.

Costumbres.

La mayor parte de los rálidos son aves ligadas al medio acuático.
Salvo algunas especies de fochas y calamones suelen ser bastante solitarios, formando parejas o pequeños grupos familiares, y todos son territoriales.

Suelen ser activos de día, con un pico de actividad al crepúsculo. Casi todas tienen voces características que juegan un papel muy importante en sus relaciones sociales.

Alimentación.

Hay especies principalmente vegetarianas y otras que se alimentan básicamente de alimentos de origen animal, aunque casi todas son omnívoras y bastante oportunistas, capaces de adaptarse bien a circunstancias nuevas.

Además de tallos, raíces y semillas ingieren insectos, crustáceos, moluscos, peces, anfibios, huevos, carroña, etc.

Reproducción.

La mayor parte de los rálidos son monógamos, al menos durante una temporada reproductora. En general ponen los huevos en nidos en el suelo entre el carrizo. Los pollitos son seminidífugos, pudiendo desplazarse y picotear sólos desde muy pronto, pero necesitando los cuidados y la alimentación de los padres durante bastante tiempo.

Los rálidos ibéricos.

En la península ibérica pueden observarse nueve especies distintas de rálidos.

- Guión de codornices (Crex crex)
- Polluela chica (Porzana pusilla)
- Polluela bastarda (Porzana parva)
- Polluela pintoja (Porzana porzana)
- Rascón (Rallus aquaticus)
- Polla de agua (Gallinula chloropus)
- Focha común (Fulica atra)
- Focha cornuda o moruna (Fulica cristata)
- Calamón (Porphyrio porphyrio)

La cautividad.

Los rálidos no son pacientes especialmente abundantes en los centros de recuperación.

Exceptuando a la polla de agua y a la focha común, incluso en aquellos centros habituados al manejo de aves acuáticas, su ingreso suele ser un hecho más o menos extraordinario.

No obstante, en el marco de programas de cría en cautividad de los que hablaremos luego, hay poblaciones más o menos grandes de individuos cautivos de calamón y focha moruna en varios centros y zoológicos españoles.

Salvajes versus troquelados.

El contenido del presente apartado es aplicable en principio a la focha moruna y al calamón, las especies con las que tenemos experiencia de crianza en cautividad a gran escala.

Aunque se puede suponer que en circunstancias parecidas otras especies de rálidos se comportarían de manera similar, en ocasiones nos hemos visto sorprendidos por las diferencias etológicas entre especies cercanas.
Siempre es peligroso extrapolar.

Como veremos al hablar de los proyectos de cría en cautividad, el éxito de estos radica, entre otras cosas, en el hecho de que los individuos destinados a la reproducción proceden de huevos incubados artificialmente y criados a mano.

Esto los incapacita para la vida en campo abierto, puesto que no muestran comportamiento de huida frente al ser humano, pero los convierte en progenitores confiados y tranquilos, que se sienten seguros en su instalación y desarrollan con total normalidad todo el proceso reproductor y de crianza de los pollos.

A la hora del manejo la diferencia entre los individuos salvajes procedentes del campo y los individuos criados a mano es absolutamente determinante.

Los animales nacidos en cautividad pero criados por los padres en la instalación son equiparables a los salvajes en su comportamiento hacia el hombre.

Fochas y calamones se parecen mucho en este caso.
Su comportamiento al ser manejados es el típico del animal presa: hacen lo posible por no dejarse atrapar, y, una vez sujetos, permanecen estáticos con intentos breves pero violentos de liberarse de su captor, especialmente si notan una relajación en la sujeción.

Rara vez intentan atacar o defenderse activamente.
No obstante la aparente tranquilidad no nos debe engañar: “la procesión va por dentro”, y el estrés de la captura y el manejo juega un papel muy importante.

Pese a todo, este comportamiento permite llevar a cabo la mayor parte de los procedimientos clínicos sencillos (radiografías, toma de muestras, administración de medicamentos) así como anillamientos, marcaje y biometría sin utilizar la sedación, siempre que se esté al tanto de las repentinas “sacudidas”, sobre todo a la hora de las extracciones de sangre.

La pérdida de miedo al ser humano de los individuos troquelados se exterioriza de manera muy distinta bien se trate de fochas o de calamones.

En la instalación las primeras se muestran enormemente agresivas, principalmente durante la reproducción, mientras que los segundos son generalmente confiados y tranquilos, permitiendo el control de las puestas, el examen a corta distancia de lesiones o alteraciones e incluso la administración de algún medicamento.

Ni a las unas ni a los otros les gusta ser inmovilizados, y una vez sujetos se defienden con eficacia.
Este comportamiento inquieto obliga al uso de la anestesia para algunos procedimientos como la toma de muestras de sangre.

Alojamiento.

Las instalaciones para reproducción se describen en la ponencia relativa a los proyectos de cría en cautividad.

Al ingreso de un rálido salvaje se le aloja en las instalaciones de UCI previstas también para otras especies.

Lo ideal es un habitáculo cálido y oscuro, aislado del ruido.

No requieren de posaderos, aunque es muy importante introducir algo de vegetación (cañas, carrizo) detrás de la cual se puedan esconder.

Una vez solucionado el problema agudo, y cuando no sea necesario manejarlo varias veces al día, se le pasa a una instalación algo mayor, con vegetación natural y agua, a ser posible.

Su comportamiento huidizo y tímido hará que nos resulte difícil evaluar por ejemplo su capacidad de vuelo. Para juzgar el grado de recuperación nos habremos de conformar con controlar la evolución del peso y observar los movimientos de carrera y vuelo corto que haga al huir de nosotros en la instalación.

Es de suma importancia el lugar que se escoja para su liberación.

En cualquier caso habrá de ofrecer cobertura y alimento suficiente hasta que el animal se oriente y sea capaz de decidir si se queda o busca otro lugar.

Alimentación.

Como ya hemos comentado, la mayor parte de los rálidos son básicamente herbívoros y granívoros, aunque algunos incorporan un porcentaje más o menos grande de invertebrados e incluso carroña.

Cuando ingresa un rálido en el centro hay que valorar si es capaz de alimentarse por sí sólo.

En caso de que no sea así, habrá que alimentarlo de manera forzada. Lo mejor es suministrarle alimento semilíquido por medio de una sonda directamente hasta el proventrículo. Este sistema resulta mucho más eficaz y rápido que el introducirle fragmentos de comida sólida uno tras otro y obligarle a tragar, además de permitir añadir la mayor parte de las medicaciones orales y los suplementos vitamínicos.

No obstante, hay que considerar que incluso la alimentación por sonda supone un estrés que a veces casi puede compensar negativamente los beneficios del aporte calórico y de nutrientes.

Por eso no conviene manejar al animal más de tres o cuatro veces al día y dejarlo el resto del tiempo completamente tranquilo.

Las fórmulas que nos ofrece el mercado para aplicar por medio de una sonda son muchas y variadas:

· alimento concentrado para perros y gatos convalecientes (nosotros usamos el Feline Concentration Diet ® de Waltham, que al presentarse en polvo puede prepararse más o menos líquido, según las necesidades)

· papilla de cereales para niños.
Interesa utilizar la que no lleva la leche incorporada y prepararla con agua.

· potitos de verduras para niños.

Para saber si el animal se alimenta por sí sólo conviene ofrecerle una gran variedad de alimentos en cantidades pequeñas.

A menudo tarda en reconocer la comida ofrecida en platitos o bandejas, y hay que tener cierta paciencia.
Podemos ofrecerle la siguiente lista de alimentos:

· grano (arroz, cebada, trigo, centeno, maíz...)

· pienso para gallinas o patos, entero o triturado.

· piensos especializados para grullas o flamencos.

· piensos flotantes.

· verdura y fruta variadas, en especial pepino, zanahoria, manzana, sandía, etc.

· gusanos de la harina (alimentan poco, pero estimulan mucho)

· huevo duro picado.

· carne de ternera picada.

· tallos de enea (si se tiene acceso a ellos a veces será lo único que haga arrancar a comer a un calamón deprimido)

* Es importante tener en cuenta un detalle:
los calamones usan las manos para comer, y les resulta mucho más fácil y agradable sujetar la verdura cortada en tiras largas, mientras que los demás la prefieren rallada o picada.

Manejo clínico.

1) Sujeción.

Los rálidos tienen básicamente dos armas para defenderse: el pico y las patas.

El pico es peligroso especialmente en el caso del calamón, por su enorme robustez.

Los calamones salvajes no suelen utilizarlo, pero cuando lo hacen siempre cogen a su víctima de improviso y pueden llegar a arrancar un trocito de preciado tejido sin pestañear.

Las más aficionadas a utilizar las patas en defensa propia son las fochas, provistas de uñas afiladas como cuchillas.

Y todos tienden a dar bruscos aleteos, lo que suele suponer más bien un riesgo para los pájaros, que pueden golpearse severamente contra la mesa de exploración o incluso sufrir fracturas y luxaciones.

Como detalle curioso diremos que los calamones tienen en el álula una uña córnea que puede dar alguna sorpresa, aunque no la usan intencionadamente.

2) Anestesia.

La anestesia es imprescindible lógicamente en cualquier procedimiento quirúrgico, sea quien sea el paciente.

Para llevar a cabo determinados procedimientos clínicos, como radiografías o tomas de muestras de sangre puede ser necesaria especialmente en el caso de los individuos troquelados, que, como hemos descrito antes, tienen un comportamiento mucho más inquieto y pueden lesionarse gravemente.

a) inyectable.

Es casi imposible conseguir un plano anestésico satisfactorio en rálidos usando los anestésicos inyectables habituales.

En cualquier caso, de ser necesario conviene administrarlos siempre por vía endovenosa y dejar una vía abierta para poder añadir anestésico y mantener la hidratación para asegurar la perfusión renal.

Las combinaciones más habituales son:

- ketamina + medetomidina
- ketamina + diazepam
- tiletamina + zolazepam

b) inhalatoria.

La anestesia de elección en rálidos es la inhalatoria, siendo el isoflurano el gas más frecuentemente utilizado.

A no ser que la zona a tratar se sitúe en la cabeza, no es necesario intubar, la mascarilla es más que suficiente y evitamos el riesgo de lesiones englotis y tráquea. Los resultados son buenos, aunque rara vez óptimos.

La inducción ha de ser al 5% y el mantenimiento entre el 2% y el 3%. Durante la fase de inducción suele haber uno o varios accesos de aleteos y pataleos antes de alcanzar la relajación.

La recuperación suele ser rápida, gradual y suave, sin contracciones ni tetanias.

3) Toma de muestras.
a) Sangre.

Para la toma de muestras de sangre se nos ofrecen tres posibilidades básicas:

1. la vena yugular.

Ø suele estar más desarrollada la izquierda, como en todas las aves.

Ø no se ve debido al espeso plumaje, pero se palpa bien.

Ø es difícil conseguir una asepsia total.

Ø debido al gran caudal, la extracción es rápida y si no se fuerza el émbolo provocando turbulencias, la calidad de la muestra es muy buena.

Ø normalmente no se producen hematomas.

Ø en pájaros pequeños es la única posibilidad de obtener una muestra de cierto volumen.

2. la vena braquial.

Ø se ve bien y se ingurgita con facilidad.

Ø se puede preparar la zona asépticamente.

Ø el caudal no es muy grande, el flujo es lento.

Ø requiere mantener al animal un rato que se hace eterno en una postura precaria, el riesgo de aleteos es grande si no se utiliza anestesia.

Ø en pájaros pequeños se puede punzar y tomar una muestra con un capilar.

Ø es difícil evitar la formación de un hematoma.

3. la vena metatarsiana.

Ø se ve bastante bien debajo de las escamas de la pata.

Ø también se puede preparar la zona asépticamente.

Ø el caudal tampoco es muy grande, el flujo es lento.

Ø aunque las patas se inmovilizan mejor que las alas, existe el riesgo de pataleos.

Ø la firmeza de la piel suele evitar los hematomas, pero la falta de elasticidad hace que a veces cueste detener una hemorragia posterior.

b) Heces.

1. directa.

Para cultivos conviene tomar una muestra directamente de la cloaca o bien de heces depositadas en el momento si la superficie estaba limpia.

2. indirecta.

Para el estudio parasitológico se pueden tomar heces depositadas en la instalación, siempre y cuando sean frescas y la superficie estuviese más o menos limpia.

Conviene siempre examinar un frotis fresco de inmediato, suspendiendo un poco de heces en suero fisiológico y examinándolo primero a 100 aumentos, para detectar o excluir a los flagelados.

A continuación se llevan a cabo las técnicas habituales de flotación y sedimentación.

c) Otras.

Para la toma de cualquier otro tipo de muestra se procede según las técnicas habituales.

4) Administración de medicamentos.

a) oral.
La vía oral es una excelente manera de administrar medicamentos, tanto fluidos como comprimidos. La única condición indispensable es que el ave esté alerta y con el reflejo de deglución intacto, para evitar atragantamientos y aspiración de líquidos.

Los fluidos se administran mediante sonda. Para evitar el riesgo de introducir la sonda por la tráquea se desliza por un lado de la lengua, preferentemente el derecho, y se controla que al palpar el cuello se noten dos tubos: la tráquea y la sonda. Si se palpa uno sólo es que uno está dentro del otro.

Al sacar la sonda se dobla sobre sí misma para evitar depositar gotas de líquido sobre la glotis.

Los comprimidos se depositan sobre la lengua y se empujan suavemente con la punta de una sonda o, por ejemplo, con el cuerpo de una jeringuilla de insulina.

La mayor dificultad con la que nos vamos a encontrar es la apertura del pico. Especialmente en los calamones, incluso animales muy enfermos lo cierran con tanta fuerza que parece una pieza compacta.

Podemos ayudarnos del rabo de una cucharilla o del mango de un bisturí, que dejaremos atravesado mientras introducimos la medicación.

b) inyectable.

Podemos usar las cuatro vías básicas para inyectar medicamentos.

1. subcutánea.
Buena para la administración de líquidos en volúmenes grandes que no necesiten una absorción inmediata (sueros). En los puntos habituales: entre las escápulas o en la zona inguinal.

2. intramuscular.
No es muy recomendable, ya que es muy fácil provocar necrosis musculares incluso tomando todas las precauciones posibles.

En especial el enrofloxacino puede dar muchos disgustos. En caso necesario utilizar el tercio cranial de la musculatura pectoral, en ángulo de 45º y muy despacio.

3. intravenosa.
Se pueden utilizar las mismas vías que para la extracción de sangre, aunque para la inyección es preferible utilizar la vena metatarsiana por su estabilidad.

Se puede aplicar y mantener con facilidad un catéter endovenoso en la pata, que puede permanecer varios días sin crear problemas.

4. intraósea.
Tiene la misma efectividad que la vía endovenosa, y es relativamente fácil y estable.

No obstante, y debido a que el dolor provocado al perforar el hueso hace recomendable la anestesia, sólo tiene sentido en caso de no poder acceder a una vena o si el animal está anestesiado de todas maneras.

Patologías más frecuentes.

a) salvajes.

1. traumatismos.

- disparos.
Salvo en el caso de la focha común, el resto de los rálidos son especies protegidas.

No obstante, las especies más grandes (fochas, calamones y pollas de agua) han sido tradicionalmente piezas cinegéticas muy apreciadas y no es infrecuente el ingreso de algún individuo con heridas por disparo, de consideración y pronóstico diverso.

- atropellos.
El vuelo bajo y corto y los desplazamientos a la carrera de los rálidos los convierte frecuentemente en víctimas de atropellos, sobre todo en las carreteras que atraviesan zonas de marjal.

- choques contra tendidos.
Los choques contra tendidos eléctricos y las electrocuciones no suponen un grave problema de conservación para estas especies, pero no son del todo infrecuentes.

- choques contra cristaleras.
En las zonas cercanas a los núcleos urbanos es frecuente la aparición de fochas o pollas de agua que han chocado contra ventanas o cristaleras. El resultado suele ser un traumatismo craneal, con lesiones en el pico y frecuentemente en los ojos.

Las consecuencias pueden ser de muy leves a mortales.

- predación.
Hay numerosos predadores, tanto salvajes (zorros, ratas, mustélidos, rapaces) como domésticos (perros, gatos) que tienen a los rálidos entre sus presas habituales.

También ha sido, y en algunos casos es hoy día aun frecuente la costumbre de la caza de rálidos con perro y sin escopeta.

2. intoxicaciones.

- pesticidas.
Como habitantes de zonas húmedas de alimentación variada, los rálidos son susceptibles de ser víctimas de tratamientos fitosanitarios en cultivos como el arroz.

- botulismo.
Del mismo modo, en los brotes de botulismo suelen aparecer rálidos entre el resto de especies afectadas (limícolas, ardeidas, anátidas, etc.)

- plomo.
Aunque el grupo de especies acuáticas más afectadas por la ingestión de perdigones de plomo son las anátidas, también en los rálidos, especialmente en los calamones, se puede detectar este problema.

3. infecciosas.

En el curso de brotes de procesos gastroentéricos más o menos epidémicos (salmonelosis, pasteurelosis) en zonas húmedas, los rálidos están entre las especies afectadas.

Además pueden verse afectados individualmente por cualquier proceso infeccioso, aunque no es una causa de ingreso frecuente .

En casos aislados se pueden diagnosticar patologías provocadas por Klebsiella, E.coli, Staphylococcus, Mycaplasma, Chlamydia, etc.

Como patología acompañante, y rara vez como único agente causal, se puede diagnosticar ocasionalmente una aspergilosis.

4. parasitarias.

La mayor parte de los animales que ingresan en un centro padecen algún tipo de parasitosis, que en circunstancias normales no provoca patología, pero que el estrés de la causa de ingreso y de la cautividad puede exacerbar, convirtiéndola en un problema a tratar:

- protozoos.
Son frecuentes distintas especies de coccidios y de flagelados.
- nemátodos.
- cestodos.
- tremátodos.
- ectoparásitos.(ácaros, garrapatas, malófagos)

b) cautivos.
Al hablar de animales cautivos, nos referimos a los pertenecientes a los programas de cría en cautividad, tanto reproductores como juveniles destinados a la liberación.

Pese a estar confinados en las instalaciones, el entorno en que estas se encuentran es el mismo en el que viven los individuos salvajes, y el agua de las charcas es la misma que la de los marjales exteriores, por lo que el aislamiento de “nuestros” animales es más que relativo.

Como lo que pretendemos es producir animales capaces de sobrevivir en el campo y que no tengan que ser liberados habiendo sufrido tratamientos que puedan afectar al entorno, esta circunstancia nos resulta muy favorable.

1. traumatismos.

Los traumatismos más frecuentes se producen entre los juveniles en la edad en la que empiezan a independizarse de los padres.

Por una parte se producen lesiones en la instalación (fracturas de dedos y patas, traumatismos craneales), por otra en ocasiones son los mismos padres los que los lesionan, pretendiendo echarlos del territorio para comenzar un nuevo proceso reproductivo, y por otra a veces se producen enfrentamientos de carácter jerárquico entre grupos de juveniles.

Entre los adultos puede haber agresiones dentro de la pareja (por ser una pareja nueva, normalmente) y en ocasiones detectamos agresiones de predadores que consiguen entrar en la instalación (ratas, ¿comadrejas?).

2. infecciosas.

Las enfermedades infecciosas son afortunadamente raras.

Las infecciones locales se suelen producir como consecuencia de los traumatismos descritos arriba, aunque un cuadro bastante típico es el de las pododermatitis infecciosas de los ejemplares de focha a los que al ocupar un rango bajo no se les permite la permanencia en el agua, lesionándose así las patas.

Las infecciones sistémicas aparecen rara vez y normalmente también en individuos de bajo rango jerárquico, sometidos a un estrés crónico.

3. parasitarias.

-protozoos.
Los flagelados pertenecen a la flora habitual en las heces de los rálidos, especialmente en verano, aunque no suelen provocar patología alguna.
En caso necesario responden bien a los tratamientos habituales.

En contadas ocasiones hemos diagnosticado la presencia de coccidios sin poderlos relacionar con procesos patológicos

- cestodos.
En una sola ocasión hemos diagnosticado una infestación con cestodos como la causa de muerte de varios pollos de calamón pertenecientes a la misma pareja.

- los nemátodos y tremátodos son hallazgos ocasionales en analíticas rutinarias de heces y en necropsias, sin que los hayamos podido relacionar directamente con patología alguna.

Más información en Ibérica 2000:
* Jornadas sobre gestión y conservación de fauna silvestre en peligro de extinción.

Como contactar con:
* Centro de recuperación de Fauna en El Saler. Valencia.
centro-granja@cma.m400.gva.es
Telf: 96 161 08 47.

Más información en Internet:
*

Insertado por: cipi-cpn (14/04/2003)
Fuente/Autor: Cati Gerique.
 

          


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