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La Filosofía no está en venta

(2480)

-ES UNA IGNOMINIA, UNA ABERRACIÓN NEURONAL, MERCADEAR CON LA FILOSOFÍA.
-Como aberrante es todo aquél que, al igual que Simón el Mago, vendedor de cristianismo, trafica con las enseñanzas de una religión...

Veo con frecuencia y pena que la filosofía moderna, mejor dicho, el pensamiento actual que se asemeja al filosófico no se sustrae al vendaval de la mixtificación y de la promiscuidad intelectiva que lo contaminan todo.

Es casi recurrente en la lectura del "pensador" contemporáneo que el pensador secuestre conceptos y términos de metalenguaje propios de otras ramas del saber, que no de conocimiento. Y no éstos para la metáfora, que es la licencia "obligada" de la que debe echar mano todo pensar para despejarse y hacerse más inteligible. No. Emplea otras nomenclaturas, otros lenguajes, con función auxiliar, instrumental pero al fin lamentablemente definitoria desplazando al pensamiento puro de su propia exigencia de alimentarse exclusivamente de sí mismo...

Lo explicaré. Ni la filosofía ni el pensamiento puro, sin pervertirse, pueden ni deben ponerse en marcha para vendernos un producto del mercado, un detergente, por ejemplo. Pero tampoco, por muy loable que parezca en principio la intención, para vendernos optimismo o "salud" mental. En el pensamiento puro no hay nada que sea "normal" y "anormal", nada que sea sano o enfermo, enajenante, neurotizante o místico. Tampoco en el pensamiento puro caben nociones como optimismo y pesimismo. Eso está sólo reservada al crítico. Optimismo, pesimismo, enajenación, neurosis, neurotizante, felicidad, euforia o amargura son efectos ocasionales de cada filosofía del filósofo en cada destinatario, lector u oyente, pero no causa entendida como propósito deliberado de provocarlos. Lo que en uno mueve a compasión quizá a otro mueva a displicencia o risa... La única misión de la filosofía grande o de la gran Filosofía es irradiar άταραξία (ataraxia), tranquilidad, γαλήνη (galene), serenidad, como las llaman los antiguos griegos; no aturdimiento ni abandonarse al pretendido filósofo para rendirse a él, a su pensamiento.

La filosofía puede tener efectos mitigantes, terapeúticos, sanadores, pero no le es lícito, sin desnaturalizarse, que su discurso contenga específicos para lograrlo. No sería eso ya filosofía... Sencillamente porque en ella, en la verdadera, hay que calcular la eventualidad de que los razonamientos, los silogismos o la construcción del sistema al completo puedan producir el efecto contrario al perseguido por el pensador no manipulante. Los específicos que la psicología o la psiquiatría pueden considerar adecuados para atemperar a un desquiciado, no pertenecen a "la filosofía". Nada hay más inapropiado en ella que un concepto técnico, científico o prestado de un metalenguaje ajeno, salvo que sea usado, como decíamos, para tejer metáforas u otras figuras retóricas.

En este discurso mío puede incluirse el propósito de aclarar las cosas, y sin embargo, no haber generado más que confusión. Puede intentar insuflar ánimo, entereza, esperanza, o desencadenar desesperanza o nihilismo al lector, y sin embargo, haber causado patetismo o un sentimiento de vergüenza ajena ante semejante ridícula pretenciosidad por parte de su autor. Puede aspirar jactanciosamente a aliviar neurosis, y sin embargo, haber haberla percutido... Desconocemos los efectos. Por eso, como el artista sólo atiende a su inspiración, el filósofo sólo "debe" pensarse a sí mismo: sin teleología, y mucho menos capciosa...

La filosofía no sirve para nada, pero tampoco debe servir a nada que no sea la conformación del entendimiento al pensar recto. Y ¿dónde se encuentra el pensamiento recto?: allá donde el pensamiento se esfuerza en no gratificarse precisamente fuera de él... La principal utilidad indirecta de la Filosofía es que esas verdades descubiertas sin otro interés que ellas mismas puede ser que ayuden a los demás a orientarse, a saber a qué atenerse, a conducir con alguna pulcritud su vida; sobre todo a que sea "suya", de cada uno, no el resultado de las presiones sociales o de una manipulación.

La Filosofía no sirve para nada (Ver mi ensayo "La miseria de la Filosofía"), en efecto. Pero nadie tiene derecho tampoco a envilecerla, confundida con una mala ramera, entregándola al agujero negro que es el mercado; como engullidos en él ya empieza a estar casi por definición en Occidente todo tipo de “pensamiento”, todas las profesiones "liberales" y la misma Ciencia, empezando por la Médica...

Insertado por: Jaime Richart (16/07/2005)
Fuente/Autor: -Jaime Richart
 

          


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