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EL CUADRO DE LA VIDA
Fingir y representar

-Mariano Cabrero:Fingen los políticos –personajes públicos–, quienes, y en público, pretenden dar una imagen felicidad conyugal, dándose besitos, carantoñas, abracitos...Y uno de todo esto piensa: “Ya que vivís juntos, ¿porqué no venís ya besados y abrazados de vuestras propias casas?

-Fingir, fingir, y siempre fingir y representar: éste es el maravilloso papel, que nos toca representar a todos los humanos en este valle de lágrimas llamado tierra. Nacemos, vivimos y morimos-arropados siempre-por una gran sábana-fantasma llena de fingimientos y mentiras. Y es que lo estamos viendo, a menudo, en nuestra cotidiana vida: finjamos y representemos nuestros papeles, que nos han sido asignados en la gran comedia del mundo. Mas tras el cuadro de la vida que nos encontramos, y en variadas ocasiones, vemos y escuchamos verdades que son mentiras, mentiras que son verdades…Siempre luces y sombras, sombras y luces presentes en nuestro intelecto.

Fingen los políticos –personajes públicos–, quienes, y en público, pretenden dar una imagen felicidad conyugal, dándose besitos, carantoñas, abracitos...Y uno de todo esto piensa: “Ya que vivís juntos, ¿porqué no venís ya besados y abrazados de vuestras propias casas? Sería mejor para todos, pues, de esta manera, no seŕ́ia necesario presentar una “felicidad prefabricada y ensayada en varios actos: el teatro ha de representarse en los escenarios, tal y como Dios manda.

Fingen y representan los que sufren–hablamos de los desheredados de la fortuna–, que acuden a los platos televisivos a contar sus penas–con sus luces y sus sombras–,haciendo de su dolor–muchas veces supuesto–, una representación ,que raya en el absurdo, y que sirve de mofa y escarnio de cualquier televidente, cuando lo que narran es verdad.

Vuelven a fingir los políticos, y esto es un hecho real, cuando en sus mítines políticos–para ganar los escaños correspondientes al Congreso de los Diputados–, nos prometen ‘el oro y el moro’ de una escala de valores que jamás cumplirán, aunque los manifiesten en sus idearios tan bien presentados, contándonos equivocaciones( por mentiras ).Porque... esto de las equivocaciones, y hemos de reconocerlo, es tremendo error: nos obligan y nos meten en un mundo peligroso–en el de las ideas personales de cada uno–, en el que tenemos que movernos a diario. Harto difícil se nos hace diferenciar entre la verdad y la mentira (por equivocación), cuando ya hemos digerido tantas equivocaciones llevadas a la práctica por las ideas políticas salidas de las urnas.

Cree uno, sin duda, que la gente actual está más preparada, es más consciente que nosotros los mayores. Es más difícil engañarlos. Y es que el telespectador actual ya no está dispuesto a tragar toda la ‘telebasura’ que visionamos en la “caja tonta”. Creo en la juventud que ya es consciente de lo que ve y oye. Creo en la juventud que quiere y desea trabajar, y no puede hacerlo. Creo en la juventud que sabe distinguir entre la verdad y la mentira: ellos, los jóvenes, y a ciencia cierta, no venderán sus votos por un plato de lentejas.

No obstante, la “caja tonta” o “tele” juega un papel importante en nuestras cotidianas vidas. Ella es nuestra ventana indiscreta, que se asoma a los acontecimientos diarios de la vida, pero que, algunas veces, trata de descifrar información y acontecimientos según sea el país–si ideario político–, que programa las efemérides habidas en el día a día. Nuestros propios cerebros serán, al final, quienes nos dirán qué es importante, qué es verdad y qué es mentira. Algunas veces, y sigo insistiendo, lo que uno no ve con sus propios ojos no es necesariamente cierto. Dicho de otro modo: hemos de fijarnos en matices, detalles, pequeñas cosas, luces y sombras..., que nos marcarán ese maravilloso mundo que nos muestra la televisión, y que sea espejo seguro de verdades y no de mentiras piadosas. ¡No más mentiras, señores políticos!

Cuando jóvenes, y en nuestros centros de enseñanza, han de enseñarnos a estudiar la realidad de la vida, pero, al mismo tiempo, han de mostrarnos que esa realidad se puede disfrazar con mentiras preconcebidas. “Y en este mundo traidor nada es verdad ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”, que dejó escrito Ramón de Campoamor.



La Coruña, 14 de septiembre de 2009
©Mariano Cabrero es escritor



>> Autor: Mariano (14/09/2009)
>> Fuente: -Autoría propia/Mariano Cabrero Bárcena


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