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ESPAÑA SE ROMPE... POR LAS EXCAVADORAS
Un territorio se puede destrozar pero no despedazarse...

Cuando juzgamos a un país lejano o próximo y las cosas que ocurren en él, cuando lo visitamos, cuando hacemos comparaciones entre países lo primero que nos salta a la vista o nos viene a la memoria es no sólo su paisaje natural sino también y principalmente sus paisajes urbanos.

Visualizamos ese país y sus ciudades aunque no estemos allí a través de lo que nos queda en la retina de París, Roma, Londres, Praga, Moscú, Berlín, de los pequeños y grandes pueblos, de las pequeñas y grandes ciudades...

¿Y qué nos queda en la retina de la España que habitamos y de sus urbes y parajes?, pues edificios amontonados, construídos de prisa y corriendo, miles de kilómetros de zanjas, millones de tolenadas de escombros, hacinamiento inmobiliario hecho carne... Y eso, en ciudades, pueblos, páramos, costas, rincones, todo medio urbanizado y destartalado; sacrificando colonias de buitres, empozoñando las costas, los ríos, los nidos, las guaridas, matando en fin vida vegetal y animal a mansalva...

¿Y todo eso por qué y para qué? ¿Para proporcionar un techo digno a la población que desea constituir una familia o tener prole? ¿Para elevar las condiciones de habitabilidad de la vivienda? ¿Para hacerla más asequible a los ciudadanos? No. Para que los inversores y estraperlistas la acaparen, para hacerla inalcanzable a no ser con hipotecas vitalicias que encadenan a la población joven para siempre y más que si les pusieran grilletes; para que los extranjeros adquieran unos metros cuadrados a disfrutar unas semanas al año y los promotores y constructores llenen sus arcas y lleven el dinero a Suiza... Lo peor de los denostadas repúblicas bananeras o caribeñas...

El PP se llena la boca de la palabra “unidad”, como si la españolidad estuviese en la organización socioadministrativa. Entiende el asunto lo mismo que esos que sitúan la honestidad en el himen o en el escroto. Los líderes de ese partido, que es un club de construcción, ponen el grito en el cielo. Dicen que "España se rompe". Y tienen mucha razón. España se rompe. Pero no por lo que ellos nos hacen ver. España se está rompiendo, paradójicamente, por todo lo contrario; por algo que, paradójicamente, fragua: por cemento. La misma paradoja de la existencia Heráclito. El filósofo griego Heráclito murió hidrópico habiendo pasado su vida proclamando que el elemento del que todo procede es el fuego. El cemento, destinado a construir, va a destruir España...

La inmensa mayoría de los ciudadanos y de los que están a salvo de chanchullos no quieren una España cubierta por ese polivalente material que hace fosfatina todos los ecosistemas, que imposibilita la paz urbana y los paseos que no volverán. Que no desean una España infectada de torres, ni de macdonalds ni de chiringuitos de lujo en costas y rincones donde el agua potable pronto no llegará. Ni una España repleta de autopistas que no conducen a ninguna parte donde respirar frescor, serenidad o brisas. Una España en la que se van reduciendo los ecosistemas más y más, con menos arbolado, con más montes calcinados y más humedales cegados...

Esta España que el PP teme afectadamente -como todo lo suyo- que se rompa (para desviar la atención de lo que realmente le interesa) es la que el PP y su legión de promotores inmobiliarios y constructores urbanísticos están convirtiendo en un erial acementado y asfaltado. La España de la que están haciendo un desaguisado literal. Y digo el PP, porque aunque pueda haber en el enjuague apáticos sin ideología y profesos de las demás, el grueso de la cuchipanda constructoril se la dan los militantes del PP, los simpatizantes del PP, los ayuntamientos del PP y los municipalistas falsamente independientes que por la puerta de atrás se comunican con el PP.

España no se romperá jamás, entre otras cosas porque nadie se va a llevar a otro sitio ni un palmo de tierra ni de Comunidad sólo porque haya una reforma estatutaria. Ni siquiera por una eventual independencia. A España, un trozo continental que fue bellísimo, la romperá, la hará añicos, la está rompiendo en mil pedazos, el PP. El espíritu depredador, laminador y necio adobado en un seso plano, primario y codicioso, política y materialmente, es de la pertenencia exclusiva de la ideología del PP. España volverá a romperse, después de haberla roto ellos mismos en la última república, por el PP y por su legión de godos y visigodos en cuya cabeza sólo germina el material de construcción.

Este tenebroso panorama incrementa la inflación, detrae capitales y mano de obra que debieran ir a otros sectores productivos. "Si estalla (y estallará) la burbuja inmobiliaria, se detendrá el crecimiento económico, huirán los capitales, quedarán en paro un millón de inmigrantes, la clase media se quedará súbitamente empobrecida y se iniciará una sombría etapa de agudo conflicto social" (Enrique Gil Calvo).

Como el Estado nada puede hacer ni puede detener la masacre medioambiental, ni la inflación, ni sus consecuencias porque la constitución malhadada puso (otra laguna-barbaridad, aparte la de no facilitar el federalismo natural) la Ley del Suelo y el derecho a construir en manos exclusivas de Comunidades y ayuntamientos, si no se modifica cuanto antes este asunto para que todo este marasmo pase a la responsabilidad del Estado, al pueblo no le quedará otra solución que levantarse en armas.

El abuso constructor y todo lo relacionado con él está llegando a límites absolutamente insoportables, salpica y lo infecta todo. Europa, esa Europa que no se ha constituído aún políticamente, tendrá que tomar cartas en el asunto para que España no sea, por el capricho de unas cuantas bandas de logreros, un muladar y pronto un desierto plagado sólo de campos de golf... además, por falta de agua, con infinitos agujeros pero sin greens...
richart@telefonica.net

* A todos los artículos alojados por este mismo autor... (http://www.iberica2000.org/Es/DirectorioAut.asp?Id=10280) (A numerosos enlaces...)

>> Autor: Jaime Richart (30/04/2006)
>> Fuente: Jaime Richart


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