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DIARIO DE UN VIAJE A LOS CASTILLOS DEL LOIRA (DEL 6 AL 15 DE AGOSTO 2015)
El valle de la historia de Francia

Podríamos decir que a lo largo del Loira se ha escrito buena parte de la historia de Francia.

Día 6: Hacía tiempo que me había propuesto visitar el valle del Loira, especialmente sus famosos castillos.

Así pues, llegado el día soñado, emprendemos hoy (mi mujer y yo) un viaje en autocaravana (camper) de casi mil kilómetros, pasando por Narbona, Beziers y Millau, cruzando su famoso viaducto de 3,5 kilómetros sobre el Tarn y pernoctando en el área de servicio de Authezar, a unos 26 kilómetros de Clermont Ferrand. Llama la atención el paisaje ondulado de campos de maíz y en la lejanía se ve una atracción turística: el Puy-de-Dôme, un pico de más de 1.400 metros de altura.
Por lo que respecta a los precios de los peajes, tenemos que decir que no son nada baratos, pues desde que salimos de Cerdanyola del Vallés a través de la Ap 7 (España) y la A9 y A75 (en Francia) hemos pagado ya 47 euros. Y en la mayoría de los peajes, al igual que en España, ya no hay humanos. Por otra parte, decir que en los carriles lentos el conductor afectado no tiene que ceder el paso cuando se terminan, pues siempre tiene vía libre, siendo los vehículos del lado izquierdo los que tienen que observar las flechas.

Día 7: Sobre las 10 de la mañana estamos preparados para continuar nuestro viaje hacia el centro de Francia por la A71 en dirección París y desviándonos a la altura de Bourges. Nos quedan por recorrer aún unos 300 kilómetros, pero finalmente, cuando nos faltan unos 46 para que nuestro navegador GPS nos anuncie “ha llegado a su destino”, comienza un descontrol total al atravesar los pueblecitos y sus rotondas, unos pueblecitos escondidos en un denso bosque y comunicados entre sí por carreteras comarcales en su mayoría. De tal modo, que llega un momento en que desconecto el GPS cuando veo un indicador de camping. Resultó ser el camping Paradis Nature, cerca del pueblo La Chapelle d´Angillón, muy tranquilo y con mucha sombra. Al lado, uno de los ríos menores de la región, de cuyo nombre no nos acordamos, que fluye bordeado por una rectilínea línea de altos árboles en ambas orillas; además, a través de un pequeño puente-pasarela, se accede desde el camping al otro lado del río, en donde nos sorprende un lago conocido como “Plan de aguas de Barres”. En la orilla de este lago –que ignoramos de donde proceden sus aguas- aparece ante nuestros ojos el primer castillo de la zona, el de Béthue –pero hay muchos más-, aunque en realidad aún no nos hemos adentrado en la verdadera zona de los castillos del Loira. Nos enteramos en la recepción del camping que Gien –donde pensábamos comenzar nuestra visita a los castillos- se encuentra a unos 45 kilómetros de aquí. Pero cansados ya de tantos kilómetros, nos conformamos con quedarnos de momento en este camping, que ni siquiera aparece en la Guía de Campings que llevamos ni en la información obtenida en casa en Internet. De todas maneras, ha merecido la pena, pues los bosques, el río, el lago y en menos medida el mismo castillo parecen de cuento de hadas. Se respira tranquilidad y sosiego por todas partes, y ni siquiera en el pequeño pueblo de La Chapelle podemos ver apenas gente por las calles. Y junto al castillo existe una secuoya de 200 años de edad, que al parecer está en peligro de caída, según se advierte en un rótulo colocado a sus pies. La verdad es que nos resulta impresionante el aspecto de semejante árbol, con una ligera inclinación. Por otra parte, tal vez veamos el interior del castillo y el museo contiguo, dependiendo del tiempo disponible en esta región, pues el verdadero objetivo parte, como hemos dicho, de la zona de Gien.

Día 8: Amanece un día lluvioso en el camping Paradis Nature, y después de los calores pasados tanto en España como en Francia, la verdad es que en principio, la lluvia es bien recibida, pero puede llegar a ser un incordio para nuestros planes. A media mañana, sin embargo, sale el sol, pero dura poco y vuelven a caer chaparrones intermitentes. Aprovechando una tregua, salimos a dar otra vuelta por el pueblo de La Chapelle, pasando junto al castillo –que decidimos no visitar- y rodeando el lago llegamos a una zona encharcada. Y aquí vemos nadar lo que parece ser un castor o una rata almizclada, lo cual nos sorprende sobremanera, pues la verdad es que no esperábamos encontrar aquí a semejante animal, aunque quizá las condiciones del lugar sean bastante adecuadas. Por la tarde volvemos a verlo, pero siempre con la mala suerte de no disponer de la cámara adecuada para poder sacarle una foto decente. Quizá mañana.

Día 9: Sobre las 10,30 de la mañana dejamos el camping Paradís Natura sin ni siquiera acordarnos de hacer otra visita al mencionado animal, poniendo rumbo a Sully-sur-Loire –a unos 50 kilómetros de distancia-, pero que significa la verdadera entrada oriental del valle del Loira. El camping Jardín de Sully está al lado del pueblo de Saint Pere-sur-Loire, por lo que es necesario cruzar el Loira –que aquí es muy ancho- por el único puente para vehículos de que dispone Sully. El otro puente –para el ferrocarril- está en desuso.
Después de instalarnos en el camping, enseguida visitamos el pueblo y sobre todo el magnífico castillo medieval, que posee un gran foso inundado y una zona de bosque. A través de un puentecito que salva una parte del foso se puede acceder al pueblo.
En cuanto a las salas del castillo, la verdad es que bien merecen una visita (la entrada de los adultos es de 7 euros), pues aquí se puede ver, como en todos los castillos del Loira, una buena parte de la historia de Francia, aunque muchas salas han sido restauradas. Destacan los aposentos de los reyes y la sala de la torre cuadrada y ni siquiera falta el despacho del corregidor.

Día 10: Hoy aprovechamos para hacer algunas compras y visitar el mercadillo en el centro de Sully, el cual suele estar muy animado. Los franceses suelen ser grandes amantes del queso, y tanto en el mercadillo, como en las queserías puedes encontrar una enorme variedad. A nosotros, casi sin darnos cuenta y por la insistencia de los vendedores en que lo probáramos –la verdad es que estaba muy bueno-, nos tocó comprar uno de los más caros, un pequeño trozo de un enorme queso.
Los franceses tienen unos horarios para comer un tanto raros para los españoles, pues hemos comprobado hoy que en los restaurantes del pueblo ya comen a las 12 y cuarto. Y no se te ocurra hacerlo a partir de las 14 horas, pues ayer lo intentamos y no hubo manera, teniendo que acudir a un chiringuito a orillas del Loira, en donde desde hace días se celebraba una especie de feria de playa, incluyendo actuaciones en vivo.

Día 11: Hoy hemos dejado temprano el camping El Jardín de Sully –si es que se puede decir temprano las 9,15- con destino a Chambord, con el fin de visitar “la joya de la corona”, uno de los castillos más impresionantes del valle del Loira, que dista de Sully, según nuestro GPS, unos cincuenta y tantos kilómetros, pero hemos tenido la impresión de haber hecho muchos más, la mayoría de las veces por carreteras comarcales, haciéndonos algún que otro lío con el navegador, sobre todo al cruzar las pequeñas aldeas.
Al fin llegamos al gran aparcamiento para autocaravanas situado al lado del castillo. Habíamos contemplado la silueta del castillo de Chambord desde la carretera y nos habíamos quedado extasiados, boquiabiertos. Si bien lo habíamos visto en fotos, lo cierto es que la realidad supera a la fotografía. El aparcamiento de una autocaravana cuesta 10 euros las 24 horas. No lejos de él hay unas cabinas a modo de toilettes, en donde te cobran 0,50 euros por hacer pis. Parece abusivo, pero ya se sabe, en los sitios turísticos se aprovechan de todo. En cuanto a la entrada al castillo, como es natural, hay varias modalidades, dependiendo de si eres joven estudiante, adulto, etc., y si deseas una visita con audio o una guía informativa. El adulto paga 11 euros, que es lo que nos costó a nosotros. Ni que decir tiene que hay 2 grandes colas ante las taquillas y una señorita que va y viene para atender las preguntas de los turistas y ordenar los folletos. Nosotros visitamos el castillo en martes y aún así había mucha gente, por lo que no es aconsejable hacerlo los fines de semana, sobre todo durante el mes de agosto. Y cosa curiosa: no se ve ni un solo guardia para poner orden.

(imagen omitida)

Castillo de Chambord


Las visitas a este monumental castillo no siguen un itinerario determinado, sino que cada cual puede visitar el número de salas que quiera, todas partiendo de una monumental escalera de caracol. Hay numerosos lienzos y tapices antiquísimos, así como pinturas de los rostros de los principales reyes relacionados con Chambord, pero también una mísera estancia de la servidumbre del palacio. Por aquí paso Luis XXIV, el Rey Sol, cuya sola presencia hacía correr a cualquier vasallo, pero también el conde de Chambord, poseedor de una gran colección de coches de caballos que hemos podido ver en la planta baja; aquí hay, además, los talleres y las piedras blandas de parte de las torres que se han tenido que sustituir debido a su deterioro.

Pero si el interior del castillo nos ha llamado poderosamente la atención, el exterior es una auténtica obra de arte; parece sacado de un plató cinematográfico, salpicado de bonitas torres. En cuanto a los bosques y terrenos circundantes, decir que el río Cosso forma una parte del foso y constituye un remanso de paz justo al lado del castillo, por donde surcan las barquitas de recreo. Los jardines ingleses están en fase de construcción, pero algunos ya están en servicio justo al lado del castillo. Tampoco se debe pasar por alto una visita a la Iglesia de San Luis, también situada al lado del castillo.




Concluida nuestra visita a Chambord, ponemos rumbo al camping Couleurs du Monde, situado en Faverolles-sur-Cher, a unos 56 kilómetros, adonde llegamos sobre las 7,30 de la tarde, con el fin de tener un lugar de partida cercano a los castillos que aún tenemos intención de visitar. Se trata de un camping con exhaustivas medidas de control sobre los campistas, pues incluso te colocan una pulsera roja identificativa y tienes que dejar un depósito de 30 euros y te entregan un mando a distancia para subir la barrera; las instalaciones son bastante aceptables, pero la pega es que resulta difícil encontrar aquí un camping que disponga en las duchas de agua caliente y fría, es decir, que la puedas regular con monomando, sino que existe un solo mando del que sale agua caliente, “temperada”, como dicen los franceses...
Por otra parte, este camping tiene la gentileza de ofrecer un circo a los campistas, el cual no está nada mal, como hemos podido comprobar hoy.

Día 12: Hoy toca visitar el castillo de Chenanceau. Resultó estar muy cerca del camping, tan sólo a 12 kilómetros, por lo que no tuvimos ni siquiera que madrugar mucho. Llegamos al parking de autocaravanas sobre las 12 y cuarto, y lo primero que nos llama la atención es la gran cantidad de visitantes que tiene este castillo, que según dice en un folleto, sólo le hace competencia Versalles. Y la verdad es que constituye otro punto fuerte de nuestro viaje. Es una joya del renacimiento y del gótico. Llama la atención dónde está construido: justo en medio del río Cher, pero con los ojos bien abiertos, a través de los cuales el río hace pasar sus aguas durante muchos siglos. Pero el río proporciona también un lugar de recreo, pues hay muchas barquitas y un embarcadero próximo al castillo. Hay también otras actividades para los turistas en sus cercanías.
Para visitar las interesantísimas salas necesitas al menos 3 horas, dependiendo del ritmo que lleves. Aquí hay pinturas de Murillo y de tantos otros pintores, alcobas y salas de un buen número de personajes de la historia de Francia; por ejemplo, un inmenso retrato de Luis XIV, el Rey Sol, que fue un auténtico déspota, pero capaz de hacer erigir grandes obras, por medio de las cuales todo el mundo rendía culto a su personalidad.
En los terrenos exteriores vemos un inmenso jardín francés, algo que es una delicia para la vista, pues está tan bien trazado, con tantas variedades de flores, que resulta difícil sustraerse a sus encantos. Además, en una especie de glorieta vemos un surtidor que lanza el agua a muchos metros de altura, refrescando el aire. El castillo resalta su armoniosa imagen más allá de estos inmensos jardines.
Acabamos nuestra visita echando un vistazo a la gran variedad de carruajes reales, muchos de ellos en un pésimo estado, a diferencia de los que vimos en Chambord, y también nos acercamos, finalmente, al laberinto. Si en Chambord vimos mucho bosque y árboles muy altos, tampoco aquí se quedan atrás, llamándonos la atención una hilera de secuoyas centenarias altísimas y con 4 o 5 troncos partiendo de la base.
En resumen, Chambord nos eclipsó como ingeniosa y fastuosa construcción, pero Chenanceau es el refinamiento de sus salas y jardines lo que hace las delicias de los visitantes. Y en cuanto a la parte desagradable de la visita –que en todas partes las hay-, decir que la comida en los establecimientos cercanos al castillo es mala y cara y que resulta muy pesado permanecer mucho tiempo en las colas para sacar billete de entrada (12, 50 euros, adulto), pero aún resulta más molesto comprobar cómo la gente se agolpa ante unos distribuidores de billetes automáticos tratando de sacar su billete sin entender muy bien cómo funciona la máquina. Admiten tarjetas bancarias y suponemos que efectivo. Afortunadamente, nosotros no tuvimos necesidad de comprobarlo, pues nos enteramos que aún quedaba una taquilla con humanos y nos pusimos en la cola.

(imagen omitida)

Castillo de Chenanceau


Día 13: Y llegaron las tormentas. Por tal motivo, hoy decidimos hacer vida en el camping, preparando la próxima excursión, si es que la lluvia nos lo permite, pues las previsiones no son buenas. Por otra parte, aprovecho para llamar la atención sobre las condiciones de los servicios que algunos campings, entre ellos éste, ofrecen a los campistas. Al parecer, los franceses son muy aficionados al agua caliente, pues tienen sólo agua caliente en las duchas y en las cubetas para lavar la ropa, siendo en éstas últimas tan caliente, que casi te quemas las manos para lavar una prenda. Menos mal que para lavar la vajilla tienen también fría.
Como en casi todos los viajes, esta tarde hemos tenido que sufrir el primer incidente desagradable: en medio de una furiosa tormenta, incomprensiblemente se desprende el toldo de la pata derecha, quedando inclinado hacia esa parte, por lo que tuve que salir corriendo para tratar de levantarlo y atar la pata con una cuerda al extremo del toldo. El susto fue mayúsculo. Afortunadamente pude luego engarzar de nuevo la pata, tal como estaba antes, y todavía me pregunto cómo pudo ocurrir el desprendimiento. Tal vez fuera debido a la acumulación repentina de agua sobre el toldo, grave error por nuestra parte; pero uno a veces no piensa que todas las precauciones son pocas cuando se trata de la fuerza de las tormentas.

Día 14: Hoy tampoco hemos tenido que madrugar mucho para visitar 2 castillos y una pagoda, dado que no distan más de 25 kilómetros del camping Couleurs du Monde. Sobre las 12 ponemos rumbo a la primera de nuestras visitas, el Castillo de Amboise, situado en el pueblo del mismo nombre, a orillas del Loira. El mismo pueblo posee, además, varias iglesias dignas de ser visitadas, como la de Saint Denis, en donde pudimos oír una orquesta de cámara.
En cuanto al castillo, cuya entrada cuesta 10,90 por adulto, nos ha parecido uno de los más importantes del valle del Loira, con una sucesión de salas que resumen la historia de Francia. En la capilla de Saint Hubert, contigua al castillo, reposan los restos de Leonardo da Vinci. Saint Ubert es el patrón de los cazadores, razón por la cual el campanario de esta capilla está decorada con los cuernos de ciervos. El castillo tiene unos bonitos jardines, en donde tampoco falta la figura del genial pintor e inventor de más de 3.000 objetos, como la cámara fotográfica. Tanto desde el castillo como desde los jardines se puede contemplar una bonita estampa de Amboise y del río Loira.

Después de comer en un restaurante de los alrededores del castillo, nos dirigimos al encuentro de la pagoda de Chanteloup, a unos 20 kilómetros de Amboise, en donde de nuevo tenemos que pasar por la taquilla: 9 euros por adulto. Al contrario que en el castillo de Amboise, aquí nos resulta más fácil aparcar la autocaravana, haciéndolo justo a la entrada de la gran avenida bordeada de un gran bosque de árboles, al fondo de la cual vemos finalmente, como algo desconcertante en medio de tanto verdor, la silueta de la pagoda, que mide 44 metros de altura y apunta al cielo como una aguja. Fue edificada al más puro estilo Luis XVI, pero copiada de otra que existe en Kew, Inglaterra. Al lado podemos ver un lago y un jardín chino, así como una exposición de artilugios de juego orientales.

Finalmente aún nos queda tiempo para visitar el castillo de Chaumont sur Loire, aunque sólo los exteriores, que consisten en zonas arboladas en donde predominan sobre todo los inmensos cedros del Líbano, que adoptan formas increíbles, los jardines floridos, un depósito de agua e incluso un cementerio para perros. Se tarda un buen rato en recorrer estos grandes espacios verdes próximos al castillo, pero para nosotros constituyen un aliciente tan importante como la visita a las numerosas sales que, por otra parte, ya nos resultan un poco cansinas... Decir finalmente que la fisonomía de este castillo nos resulta muy bonita, asomado al Loira, en donde dicen que incluso hay castores.

Día 15: Vuelta a casa siguiendo la misma ruta de Bourges-Clermont Ferrand-Millau-Beziers-Narbona-Perpignán... El valle del Loira es un grandioso conjunto de castillos que resumen muchos siglos de la historia de Francia. Verlos todos significaría pasar allí un par de meses; así que hoy tomamos la decisión de volver a casa, satisfechos por haber visto quizá los castillos más importantes. Por otra parte, el mal tiempo, con frecuentes aguaceros, nos ha animado a volver a casa. Pasamos una noche en el área de servicio de Aveyron, a unos 60 kilómetros de Millau, con lo cual habremos recorrido más o menos la mitad de los 895 kilómetros que nos separan de nuestro querido hogar.

>> Autor: NATURALEZA Y DEMOCRACIA (ANTES, OALDEFNA) (29/09/2015)
>> Fuente: Sergio Reinaldo -NADEMO


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