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PERROS CALLEJEROS
¡Pobres gentes!

-Mariano Cabrero: Hemos de comprender que los Estados europeos han de emplear técnicas estratégicas, a fin de conservar el trabajo tanto de los oriundos como de los inmigrantes. A esto le suele llamar “justicia social” comprometida. Cada trabajador ha de recibir un salario acorde con su valía, y tener una seguridad de amparo cuando los ciclos económicos no sean propicios, como el que estamos atravesando...

-“El valor espera, el miedo va a buscar.”
J. Bergamín, El arte de birlibirloque.

Se levanta uno todos los días pensando y más pesando en coger la pluma de escribir. Todos los días para distraer, enseñar y hermanar a los pueblos del mundo entero, sin distinción de raza, sexo, religión...Para tratar de esclarecer, y también para informar, de algún acontecimiento de la cotidiana vida, o, por otro lado, defender a los ciudadanos contra el abuso del poder, que puede ser ejercido por el gobierno de turno, cualesquiera que sea su matiz político. Para comentar y ayudar a los inmigrantes–con papeles y trabajo–, que eran tratados como perros callejeros en sus países de procedencia. Ellos inmigraron a Europa por miedo...a morir de hambre, y por esta razón vinieron a buscar el pan justo de todos los días, ellos inmigraron para sobrevivir..., pero nunca jamás como perros callejeros.

Hemos de comprender que los Estados europeos han de emplear técnicas estratégicas, a fin de conservar el trabajo (por empleo), tanto de los oriundos como de los inmigrantes. A esto le suele llamar “justicia social” comprometida. Cada trabajador ha de recibir un salario acorde con su valía, y tener una seguridad de amparo cuando los ciclos económicos no sean propicios, como el que estamos atravesando. Lo demás sería como “nadar y esconder la ropa”.

La Unión Europea se está replanteando reconstruir los mercados internos de sus naciones y tratar de recuperar sus fronteras naturales. Todo esto está muy bien, en principio. Y es que siempre nos enseñaron a canalizar la cultura democrática de todos los que formamos parte de ella, y conseguir respeto y comprensión para aquellos que, contra su voluntad, necesitaron abandonar sus naciones de origen en busca de un nivel de vida mejor, en busca de un trabajo. Debemos comprender que los emigrantes son seres necesitados y que, una vez conseguidos los dineros necesarios, regresarán a sus países de origen, pues aman la tierra donde han nacido, como los españoles amamos la nuestra.

Ahora se ha roto la estabilidad económica mundial, y los políticos de turno europeos de ultra-derecha presuntamente están fomentado, una vez más, la xenofobia, el racismo y la expulsión de un seres que fueron admitidos cuando se necesitó de ellos. Tengo recuerdos, tengo temores, tengo la perfecta convicción que a ellos–los sin techo y con hambre–, les ocurrirá lo mismo que a nosotros, los españoles, nos pasó: “Francia nunca nos quiso ni los ingleses tampoco; los alemanes y los suizos solamente nos quisieron cuando fuimos emigrantes como mano de obra barata”, quisiera equivocarme, pero uno así lo piensa. Sólo nos quisieron porque les convenía. Éste es mi triste pero quizá verdadero canto-lamento de un hecho histórico ya pasado, por aquello de que "agua pasada no muele molino", por aquello de que “la historia se repite”: para mal de muchos y bien de unos pocos privilegiados que comercian con el hambre y la miseria de la mayoría de los pobladores de la tierra. Es duro lo que digo, pero no por eso menos cierto. Y esto ya lo he comentado en otras ocasiones.

Y es que los inmigrantes se acomodaron en Europa buscando protección, en busca de un trozo de pan para llevarse a sus bocas, en busca de un tierra prometida que les diera cobijo en casas-viviendas con agua corriente, en busca de convertirse en personas con voz y voto...En sus respectivos países de procedencia eran y son tratados como perros callejeros de la peor estirpe, donde vivían y viven apiñados, ultrajados, violentados...Y donde se les presta atención ninguna. ¡Pobres gentes! Si tienes un trozo de pan, compártelo con tu hermano: Es el primer principio y el más elemental, que marca la convivencia entre los seres humanos de cualquier raza, sexo, religión...

Sin embargo, el enigma de la inmigración es muy probable que vaya a más. Uno piensa que no tiene solución fácil en el juego de la política democrática, tal y como lo entendemos hoy en día. Es un asunto que se presta a la demagogia y al apasionamiento. Hace surgir los nacionalismos exacerbados e intransigentes, los cuales programan y conducen a las personas a conductas llenas de odio y desprecio al extranjero. Xenofobia, racismo, expulsión... son comportamientos a erradicar por los gobiernos occidentales–sus ciudadanos incluidos–, sobre personas que proceden de territorios económicamente débiles y, por tanto, poseen poderosos motivos para emigrar, legal o ilegalmente, hacia otros más ricos. “Si tienes un trozo de pan, da uno a los pobres; vende el otro y compra jacintos para alimentar tu alma” (poema indio).

Entrar ilegalmente por mar y tierra es fácil, como difícil es el prevenirlo. La inmigración seguirá siendo un tema controvertido y problemático y de no sencilla solución. ¿Tienen los extranjeros derechos, digamos moral, a emigrar a un país de su elección, a un país democrático? Un entiende que derecho a emigrar lo tenemos todos, pero cada nación puede poner sus propias limitaciones aunque no es ético ni humano el realizarlo. Y es que la historia siempre se repite para bien de unos pocos y mal de muchos. Esto es así: el comienzo del siglo XXI marcará diferencias económicas abismales entre personas, y dentro del mismo hábitat. Quiera que Dios inspire los cerebros de ciertos políticos que, sin ningún tipo de escrúpulos, se llenan sus bolsillos con los cuartos-por dineros-, que se generan con la “hambruna” de la mayoría.


La Coruña, 2 de marzo de 2009
©Mariano Cabrero Bárcena es escritor

>> Autor: Mariano (02/03/2009)
>> Fuente: -Autoría propia/ Mariano Cabrero Bárcena


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