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EL MARZO BLANCO, DEL PIRINEO ARAGONÉS.
Por las gargantas del Aragón Subordán, y Valle del río Aragón.

La montaña aún duerme en sus últimos momentos de invierno, donde la primera estación amanece en lienzos de ensueño, de fantasías, y de duendes aún arropados. Las bodas de blanco aún se celebran aquí, y uno puede caminar entre vientos del cielo que acarician incesantemente repletos de aromas los bosques, vientos que ronronean al dulce despertar, y que aún se resisten a dejar la cama del duro letargo.


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En esta época en que la tierra despierta de tanta melancolía de calor, aún puede cambiar el tiempo y devolver el manto blanco inesperado a estos lugares, agua de hielo limpia, de humedad fresca, de riachuelos vivos y sonrientes que se engalanan en los primeros días de la primavera que brota, con amaneceres llenos de cristales, convirtiendo las carreteras en encerados caminos, en veredas adornadas por transparentes estalactitas repletas de espejos.


* A todo un reportaje fotográfico de estas nevadas, por Luis Sebastián, para Ibérica 2000... (http://www.iberica2000.org/fotosluis/VerSerie.asp?Serie=INL) (Enlaces...)

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(Imágenes de Ibérica 2000)
Un escenario de congeladas cortinas de agua que adornan cada mirar, de pájaros que aún no se han despojado de sus bufandas y de flores cerradas que esperan ansiosas su momento.






Unas neblinas que no quieren alejarse de sus cumbres, que descienden, que la acarician hasta los pies y que se pierden entre los bosques aún dormidos de hayas, pinares y tilares.

Gotas que caen perdidas desde el firmamento nublado, sin medida, sin orden en desconcierto, para sin explicación rejuntarse como ganado, formando abultado rebaño que desciende en fila entre los pinares que aguantan, que se agarran a la vida para ser solo parte de un paisaje, que vemos y que también nos ve.

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Gotas que no llegan a su destino, que la temperatura congela y atrapa en el tiempo en estricto silencio. Noches de bajos termómetros que detienen por unas horas el correr natural del mundo. Gotas que solo están, para que se queden perseverantes en las imágenes de los que se aventuran a fotografiarlas, que se arriesgan a adentrarse en profundas gargantas para ser testigos de que espacios como estos, aún existen y resisten.

Ríos vestidos para el gran baile majestuoso de la vida, que rodean y merodean, que caen en cascada agarrándose entre los surcos de los desgastados roquedos, que finalmente resbalan para abrirse paso y escapar de estos altos, para reposar y morir repentina y tristemente, en el cercano llano. Bosques desnudos, de colores apagados que son frotados y acariciados por una brisa de nieves.

Aire que transporta sueños de la alta montaña, que atraviesa vaguadas y pasos fronterizos para formar parte de esta fiesta, de mil grises, de cientos de blancos y marrones dormidos.

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Hojas que son arrastradas por las aguas que brotan por cada lado, robadas a sus ramas, para volver a la tierra y morir en ella. Aguas que las arrancan de los brazos de una madre, que las lleva lejos sin despedida, muy lejos para no volver nunca más.

A finales del mes de marzo, la nevada ha sido intensa, y desde las altas cotas, descendiendo por la Selva de Oza y Valle de Echo, ha llegado a notarse notablemente en el Valle del río Aragón, a orillas del embalse de Yesa. Campos blancos, robledales, quejigos y pinares han quedado espolvoreados de dulce azucar, escarchando otro entorno, y ofreciéndonos una estación más de estos bellos lugares, que se engalanan a las bajadas y alzadas de temperatura.

El invierno ha sido duro, más duro para la gente que llega de fuera para quedarse sin prepararse, pero no para las gentes que arraigados en sus tierras se resisten a abandonar sus campos y las raíces de los que les fueron paridos. Memorias de padres a hijos que se sostienen y se corren la voz, para agradecer los bienes de esta tierra que da frutos sin recibir apenas nada.

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Lugares llenos de historia como Ruesta y su Castillo, que con suave música de violín, se desvanece al son del atardecer.
* A todo un reportaje de las ruinas de Ruesta, de Luis Sebastián... (http://www.iberica2000.org/fotosluis/VerSerie.asp?Serie=OTC) (A numerosas imágenes...)

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Piedras limadas por el tiempo, donde miles de caminantes las acariciaron en algún que otro paso, que fueron y vinieron, que subieron o bajaron.

Años y años que córtamente han pasado y que sólo los más viejos aún recuerdan, que cuentan, que viven sus anécdotas y que se refrescan al compartir con jóvenes gentes, aquellos tiempos de ojos nostálgicos, tiempos de juventud e infancia y de correrías por las estrechas callejuelas de pueblos que terminaron en cruel silencio.

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Varitas que aún sostienen la dulce mermelada que dan la vida a la vida, que quita parásitos y enfermedades, devolviendo la ternura y la esperanza a territorios aún azotados por la dura memoria del tiempo. Rameríos pelados, sin vestido ni flores.

Mañanitas cargadas de rocíos, de gotas pegadas en las hojas, de aves cantoras que esperan ansiosas los calores para danzar sus danzas con sus hembras. Que se esconden, que salen, que se columpian, que se inquietan al vernos, que toman prestadas algunas bayas, una y otra vez.

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Tejas y regueros que cantan cada vez que llora el cielo, ruinas que aún se sostienen, que gritan, que se lamentan, que se retuercen cerrando y abriendo ventanucos maltrechados, al son del viento para llamar la atención, para no ser olvidadas, al son de las brisas que ascienden con el vuelo de buitres a las altas alturas.

Nubes cargadas de miel, negras, blancas, de terciopelo y de clara seda, que cambian el cielo a cada instante y por momentos, llenitas de corrientes que las arrastran, que las dan forma, que las modelan, que las sostienen y que las hacen perderse detrás del horizonte, donde el sol se pone y despliega de amarillos en donde mira.

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Desde mi ventana se pueden saborear todos estos manjares, entre las mantas puedo ser consciente y sentir latir la vida que pasa, que hierve, formando parte de una historia heredada que no gané, solo me fue prestada por un momento, que atrapa, que envuelve y que ya no te deja marchar.

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Fuentes brota vida, que comparten salvájemente con quien se acerca hoy y ayer, que te saturan y te llenan la boca en el presente y en el pasado, que acompañan en el duro verano y en el tosco invierno, que enmarcan el mejor retrato de un otoño.

Manantiales de toda la vida, donde los ganados y las caballerizas encontraban sosiego de aquel esfuerzo, donde las aguas afloran para verlas, y donde sus restos se pierden en sencillas acequias, en hilitos de riachuelos entre hojarascas.

Reportajes relacionados desde Ibérica 2000, con el Pirineo aragonés:

* En ruta, por la Calzada Romana. (Enlaces...)
* Los Refugios de Ansó, Fago y Hecho.
* Por la cara norte de la Sierra de Leire.
* Por el Prepirineo del Valle Aragón...
* Desde el embalse de Yesa, al Valle de Hecho...
* Por la ladera este de los Arañones... en Canfranc.
* Desde Zaragoza a Canfranc, con el Canfranero...
* Embalse de la Peña. Tradiciones y entono...
* Mallos de Riglos. Sedimentos fósiles modelados...
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* Por Estanés a Aguas Tuertas. Desde Candanchú.
* Todos los Ibones del Pirineo Aragonés.
* A Respomuso, desde Sallent de Gallego.
* Nuevo proyecto en el Bosque de Gamueta
* Valle del Tena

* Desde el embalse de Yesa.


>> Autor: Redac.Ibérica2000 (04/04/2008)
>> Fuente: Equipos de Ibérica 2000, desde el Pirineo.


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