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NECESITAMOS REALMENTE POCO PARA VIVIR...
Entre el lodo de la publicidad, y las mentiras oficiales...

Lo mejor de todo es, sin duda alguna, haber logrado cultivar y mantener un selecto grupo de amigos, independientemente de nuestras ideologías y puntos de vistas aparentemente divergentes...

LA BUENA GENTE NECESITA REALMENTE MUY POCO PARA VIVIR.

Carta de despedida de un ciudadano, que regresa a la vida personal para iniciar nuevas singladuras vitales en el mundo de las ficciones creativas que ofrecen la literatura y el arte.

La buena gente necesita realmente muy poco para vivir. La sonrisa de sus seres queridos después de una jornada de trabajo, las palabras afectuosas y amables de la compañera al compartir el desayuno, el saludo sincero de un buen amigo… ¿Para qué intentar preocuparse de otros asuntos si verdaderamente lo único importante son las personas que forman parte de tu existencia cotidiana?

Una cosa es ser bondadoso y altruista con aquellos que manifiestan una reciprocidad activa, pero es un disparate y un error ser una persona buena y solidaria con todo el mundo, pues es evidente (y a las pruebas me remito) que no vivimos en un tiempo donde ser desprendido, generoso, comprometido y sensible sean cualidades valoradas, respetadas y apreciadas por el resto de seres, instituciones y organizaciones sociales, políticas, vecinales… que conforman el dinámico tejido social urbano.

Hay un momento en la vida en que uno debe tomar la firme decisión de permanecer al margen de toda acción, de todo compromiso social, sindical, cívico… Es una postura que debe asumirse con urgencia, por la simple razón de poder seguir siendo coherente y evitar, en la medida de lo posible, que tanta mezquindad, malicia e ignorancia pueda dañarle, perjudicarle, lesionarle...

No vivimos tiempos realmente solidarios y lógicos, a pesar de que exista una especie de proliferación obsesiva e indiscriminada de ONGs y de mensajes publicitarios que nos hablan de lo “bueno” que es todo el mundo y de las grandes ayudas institucionales que existen… (ja, ja, ja, me muero de la risa, pues según las organizaciones internacionales cada día hay más personas con patologías de exclusión social, laboral…)

Hay demasiadas palabras y demasiadas mentiras dentro de esos mensajes y organizaciones que no pueden ocultar los graves problemas de convivencia y degradación que padecen muchos núcleos urbanos periféricos, por el incremento de las desigualdades y la falta de programas públicos eficaces destinados a combatir las causas y efectos de tanta injusticia, de tanta arbitrariedad económica.

Pero uno debe ser consciente que no puede seguir intentando ayudar a los que no quieren ayudarse. Uno debe tener el valor y la dignidad de retirarse y desaparecer cuando comprueba que sus conciudadanos carecen de la capacidad y de la dignidad necesaria para ser dueños y señores de sus propios destinos.

La buena gente es aquella que necesita muy pocas cosas para poder vivir con aquellos seres que forman parte de su círculo vital. La buena gente es la que es plenamente consciente de que no debe perder su valioso tiempo y energía en proyectos, grupos o reuniones… que llevan tiempo demostrando su ineficacia, su inoperancia, su esterilidad...

Pero no hace falta irse dando un portazo o sembrando reproches. Uno simplemente debe decir un adiós elegantemente, para que todos los mortales podamos seguir caminando, algunos erguidos y otros (como la gran masa de muertos vivientes que habitan las grandes ciudades), arrastrándose compulsivamente por el lodo de la publicidad y las mentiras oficiales.

Cada uno es o intenta “ser feliz” como puede y algunos son terriblemente dichosos creyéndose que los burros vuelan y que el indigente que busca en los contenedores es el culpable de que no existan viviendas dignas y que España sea un territorio dedicado a que los ancianos de toda Europa vivan tumbados como lagartos al sol, disfrutando del abrasador sol que baña las costas del Mediterráneo...

Lo único realmente importante es recibir una sonrisa de tus seres queridos al final de la jornada de trabajo, evitando a toda costa el contacto y relación con la gente perversa e ignorante, esa que dedica toda su vida a venderte paraísos y a negarte que en tu entorno hay conflictos y mucho miedo a vivir, mucho miedo a intentar ser libres y dueños de nuestras breves existencias…

Dicen que debemos cuidarnos de los amigos y de aquellos que no paran de hablarnos de la amistad, la solidaridad y la justicia… y es que el amor, la justicia y la felicidad se viven y se comparten en silencio, pero son imposibles de expresar correcta y adecuadamente a través de las palabras. Cuando esos conceptos aparezcan en la publicidad o en la boca de un político, les pido a todos que cierren los ojos y se tapen los oídos: son las nuevas Sirenas que intentan secuestrar y matar a Ulises y a todos los desprevenidos incautos…

Con los años he aprendido a desconfiar de aquellos que no paran de hablar de lo mucho que les importa la solidaridad, la justicia, la participación, la libertad… son simples comerciantes, dedicados a engañar, a venderte todo tipo de trampas, brebajes y crecepelos.

Quiero aprovechar la ocasión para saludar a todas aquellas personas que han sabido y querido compartir su tiempo, sus dudas y sus problemas conmigo durante todos estos años de compromiso cívico y cultural.

Realmente mi larga trayectoria social y humana, me aporta numerosas herramientas y mecanismos para poder seguir viviendo lejos de algunas incertidumbres y miserias.

Lo mejor de todo es, sin duda alguna, haber logrado cultivar y mantener un selecto grupo de amigos, independientemente de nuestras ideologías y puntos de vistas aparentemente divergentes...

Ahora, una vez liberado de las luchas y compromisos cívicas, dedicaré mi tiempo e imaginación, a desarrollar y plasmar las otras ficciones que conforman nuestra realidad poliédrica como seres humanos, como ciudadanos de una civilización feroz y despiadada.

En estos momentos, la literatura, el arte y mis seres queridos, conforman parte de un agradable y divertido universo creativo y placentero, donde no hay lugar para la queja, el lamento y el reproche.

Y es que nada tiene sentido si no somos capaces de saber valorar y cuidar lo realmente necesario y bueno para poder así vivir con un mínimo de alegría, dignidad, calma… lejos de la banalidad, lejos del parloteo de las masas, lejos de los “paraísos” que anuncian los mercaderes.

Los humanos no somos islas, pero sí necesitamos saber que no podemos dar nuestra mano y nuestros ojos a los que no quieren salir de la ciénaga y no reconocen nuestros esfuerzos y dedicación desinteresada por construir una sociedad equilibrada, reflexiva, armónica, plural...

Adiós y gracias a todos, incluso a los que me han engañado, insultado, descalificado, traicionado… pues han demostrado fehacientemente lo incapaces, tristes y demediados que son, pues precisan emplear todo tipo de artimañas, falsedades y chantajes para poder “creerse” que son personas y ciudadanos “importantes”... Siguen sin darse cuenta que lo necesario, vital e importante no viene dado por los cargos, títulos o elogios externos… Siguen sin enterarse que únicamente se hacen daño a ellos, pues un servidor no desea ni ha querido nunca obtener cargos, privilegios, prebendas y alabanzas. Mis 30 años de tenaz y desinteresada militancia social, cultural, política, sindical y cívica lo dicen todo.

Si miramos el rostro de la buena gente, podremos observar una serenidad y dicha que lo dicen todo. Y la gente que siempre oculta sus verdaderas intenciones, tiene un aspecto taimado, sutilmente perverso, que no transmite ninguna confianza ni alegría real… Observen bien y lo podrán constatar.


Adiós y buen viaje.
Y que el viento lleva a puerto nuestro velero. Seguro que llegaremos a Itaca, a pesar de las dificultades que, con seguridad, surgirán en nuestro periplo, pues esa hermosa isla nace en las sonrisas que logramos encontrar, inesperada y gozosamente, en nuestros paseos diarios.

Antonio Marín Segovia.
Ciudadano y amigo de sus amigos.

Valencia – Verano del 2006
marin_antseg@gva.es

Las únicas revoluciones necesarias son aquellas que nos permiten abrazarnos a nuestros propios sueños… así podremos siempre escuchar la voz clara y amable de la noche y caminar, sin prisas ni miedos por todos los mundos posibles y futuros.

* A toda la información alojada y recopilada en Ibérica 2000, de Antonio Marín... (http://www.iberica2000.org/Es/DirectorioAut.asp?Id=495)
(A numerosos artículos...)

>> Autor: Redac.Ibérica2000 (13/07/2006)
>> Fuente: Antonio Marín Segovia.


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