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LA DEMOCRACIA A BOMBAZOS I/II
I Napoleón y Bush. Dos semblanzas a contrapelo.

-Existe, a mi juicio, una gran similitud entre lo que se propuso Napoleón en Europa y lo que es a todas luces un empeño de Bush en Asia y luego en el resto del mundo.

Claro es que la idea que el primero materializó es la auténtica, mientras que la del segundo, que no conseguirá cristalizar jamás, es burda imitación. Señalar pues el paralelismo entre Napoleón y Bush por los propósitos de uno y otro es una tentación, pero la diferencia humana entre ambos es la que hay entre el genio y el cretino o simplemente la misma que hay entre las posibilidades de encestar un pigmeo y un pivot... Veamos:

Aunque luego se coronó a sí mismo emperador con la presencia del papa Pio VII, Napoleón era un romántico de acuerdo con la época; el pisaverde yanqui es un patán de las postrimerías. En aquél había gestos, en éste sólo muecas. Aquél era un estratega, éste un panzista, un bufón y un peón de brega del ciclópeo interés americano. Napoleón era un hombre culto. Lejos de Francia, en Egipto, Napoleón ordenó hacer dos copias de la piedra Rossetta con la que Champolion descifró los jeroglíficos egipcios y compró por trescientos mil francos el obelisco de Luxor que se iza en la Place de la Concorde de París; éste, el mequetrefe yanqui, un filisteo de la peor catadura: el arrasamiento de todo vestigio de cultura no sólo islámica sino también babilónica es cosa de muchos pero lo representa él. No está dejando piedra sobre piedra. Samarra tenía un valor arqueológico sin igual, y la ha calcinado. Bagdag, la antigua Babilonia, cuna de la civilización, es ahora una escombrera. Los museos antiquísimos, milenarios, han sido saqueados por la soldadesca. Las mezquitas y edificios que eran patrimonio de la Humanidad, han sido laminados...

En el otro orden de cosas Napoleón se propuso extender en Europa las libertades que salían por el serpentín revolucionario; el petimetre busca excusas para hacer creer a los que imagina tan necios como él que pretende salvar al mundo con la democracia que día a día prostituye en su propio país...

Pero además de las apuntadas en el aspecto personal, hay aún más notables diferencias dentro del cotejo entre el prohombre corso y el usurpador de la White House...

Lo que iba sobreviniendo a impulsos de los efectos de la política napoleónica, sucedía dentro de la misma cultura y civilización. Lo que hizo Napoleón fue agitar la cultura propia, pacata y envuelta en oscurantismo religioso. Las actuales libertades que se han ido expandiendo y ampliando con el paso de los siglos por el mundo occidental, provienen de su voluntad convencionalmente bienhechora. Napoleón fue el Libertador, mientras que el chisgarabís es simplemente un criminal. Napoleón fue un hombre muy inteligente, no sólo para el arte desaparecido de la guerra, sino también por su concepción de la política. (Vale la pena leer El Príncipe de Maquiavelo comentado por él. Él mismo confeccionó el código civil que sigue vivo y en lo esencial intacto en Occidente y el Catecismo Imperial; se desarrollaron nuevos planes de estudio y se crearon nuevos centros de enseñanza (institutos y universidades, 1806). Barrió los residuos que quedaban de la Contrarreforma. Todo el ideario del corso rezumaba ansia de libertad social que el cristianismo imperante hasta entonces negaba a la sociedad al sofocar el pensamiento individual y con él la libertad desnuda. Pero de las consecuencias múltiples en este aspecto que tuvieron sus campañas, él, Napoleón, fue prácticamente también agente único. Beethoven le dedicó el concierto nº 3 para piano y orquesta, op. 73, pero al proclamarse emperador añadió a la dedicatoria: “A quien fue un gran hombre”...

¿Valió la pena el reguero de muerte que desparramó por el continente europeo en su propósito de extender la libertad revolucionaria? ¿Debemos estarle agradecido por haber liberado a buena parte de Europa y a la mayoría de sus ciudadanos de la ancestral opresión de la aristocracia sobre el pueblo?

Creo que éstas son dos preguntas que cada cual debe responderse a sí mismo sin esperar que otros le den la suya ni le ayuden. No me parece posible, ni lícito, establecer éticas retrospectivas. Los acontecimientos históricos suceden y se suceden, y punto. Pero en cualquier caso, felicitarnos por tanto derramamiento de sangre entonces en aras de la libertad formal contradiría a otro pensador extraordinario francés, Voltaire, para quien una sola de gota de sangre humana no vale la libertad de todo un pueblo...
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jaimerichart.blogspot.com

>> Autor: Jaime Richart (19/03/2006)
>> Fuente: Jaime Richart


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