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'JORNADAS SOBRE EL AGUA': MADRID, 1993
El próximo marzo habrán pasado la friolera de 13 años.

-Y las cosas no sólo están mal como entonces, están mucho peor.

-Cuando planea ahora dramáticamente sobre nuestras cabezas un problema extremo; primero de carácter económico pues toda Economía política está basada en los productos básicos: trigo, energía, antes carbón hoy petróleo, y agua principalmente (nada más básico que el agua), luego ya veremos pero en todo caso un problema de superviviencia colectiva, en marzo de 1993 tuvieron lugar en Madrid los días 21, 22 y 23 de marzo, en la Residencia de Estudiantes, unas "Jornadas del Agua" que descarada o subliminalmente no tenían otro propósito que promocionar un Plan Hidrológico Nacional basado exclusivamente ¡cómo no en la construcción! de 230 embalses. Se congregaron casi un centenar de científicos y de técnicos: ingenieros, arquitectos, geógrafos, peritos, etc. Quizá, que yo sepa pues nadie intervino sin exhibir sus rimbombantes credenciales de "superexpertísimo", fui uno de los pocos presentes que no era ni una cosa ni otra. Yo era un pastor de ovejas en el santuario de la Ciencia o en el acto de entrega de un Premio Nobel...

Como suele suceder en muchas conferencias y actos públicos de pretendida altura, además de hacer la Mesa durante aquellos tres días la presentación oficial del Plan, la mayoría que intervino lució cumplidamente sus conocimientos técnicos y científicos, y algún otro aprovechó la ocasión para hacer un poco de literatura a cuenta del agua vital cuyo trasunto le había llevado allí...

23 Marzo 1993

A las 19,30 voy a la Residencia de Estudiantes de Madrid, c/Pinar, 21, Jornadas sobre el Agua en España, tercer debate.

Llegado el turno de discusión del día tercero, después de haber escuchado muy atentamente los precedentes sus habilidades oratorias, mi intervención fue la siguiente (está grabada):

"Habida cuenta las estupideces que las sociedades en general cometen en su Historia a las luces que aporta luego el "progreso": se fabrican coches carísimos que pueden alcanzar los 250 kilómetros a la hora pero se prohíbe al conductor pasar de 100; en España, ya lo vemos, el ancho de vía férrea no se corresponde con el ancho de vía europeo por una mezcla de estrabismo, de tozudez y de necedad de los poderes públicos del pasado; no puede haber proyectos urbanísticos más mezquinos, con calles estrechísimas en comparación con las de otras ciudades europeas, y tantos y tantos otros disparates que sería largo enumerar y que sólo se ven como tales disparates lustros, décadas o siglos después...

No es extraño, pues, que, como dice el Profesor Custodio, de la Universidad de Barcelona, aquí presente, ponente de la Mesa “no nos entiendan en Bruselas”. En Bruselas, donde llueve diez veces más que aquí, los nuevos bloques de viviendas van dotados de marmitas de reciclado del agua de sanitarios y electrodomésticos. Aquí, donde en muchas zonas el agua ya es un lujo, se publicita a bombo y platillo la venta de urbanizaciones de chalets con piscina privada...

Vds. mismos, los miembros de la Mesa, o algunos de Vds., que representan a sus respectivas Autonomías, no han hecho otra cosa hasta este momento en sus intervenciones que barrer para dentro en la lucha por el agua que ha empezado en la península. El mismo hecho, como Vds. mismos han dicho, de que el Estado no disponga, a estas alturas, todavía, de un control hidrológico de las reservas de agua, de acuiferos, de aguas subálveas, de humedales, etc. es una prueba de lo que digo. ¿Por qué este ambicioso proyecto que es el Plan Hidrológico no empieza por aquí? Sólo se toca de pasada, como algo subordinado. Todo abunda en... la construcción de embalses e infraestructuras al efecto, arrasando, de paso, valles, bosques y ecosistemas.

Pues bien, visto todo esto ¿no será otro dislate un Plan Hidrológico basado en esencia en la construcción de cientos de pantanos (230, para ser exactos) destinados, reconozcamos que dramáticamente, a estar vacíos, como casi lo están ahora? ¿No sería un aspecto fundamental desplegar una política encaminada a la frenética repoblación forestal de la Península, a poner en marcha una pedagogía política para transformar rápidamente la mentalidad del español medio, tan acostumbrado a ducharse dos veces al día por placer y para sentirse amado y respetado; ese español medio tan aficionado al grass, a la pradera inglesa, a lavar el coche una vez a la semana, a construir campos de golf... Sobre todo, ¿no será urgente una acción política que prescinda del crecimiento económico ilimitado, sin fin, al menos en los sectores productivos que dependen del agua en proporciones tan considerables y masivas?"...

Todas las "Jornadas" y el propio debate sin apenas contradicción, estaban ceñidos a un sentido casi exclusivamente técnico, preparatorio de... obras públicas. Y puede decirse que nadie me contestó... como si yo estuviera loco. Uno de los de la Mesa se limitó a responderme: "el efecto invernadero no se computa en el Plan Hidrológico". (El plan, ya se ve, sólo piensa en construir, repliqué)

¿Qué puede hacer un político, un gobierno, una sociedad frente al peligro cierto, de presencia incierta pero virtualmente inevitable? ¿frente a un volcán sin actividad pero que amenaza periódicamente erupción o frente a la amenaza de tifones, ciclones y terremotos? Pues, reforzarse frente al peligro, mostrar al pueblo sensibilidad inteligente y voluntad de aminorar los efectos que provengan de él, adelantarse con medidas sabias a lo que sobreviene o sobrevendrá algún día. Los holandeses pusieron diques, los japoneses construyen sus casas a prueba de terremotos... ¿Qué hace el ser humano frente a la muerte que sabe inevitable? Retrasarla en lo posible aunque al retraso lo llame prolongación de la vida.

Esto es lo que los gobiernos y la sociedad española en su conjunto no han sabido hacer. La Economía lo puede todo, y todo se lo lleva por delante el sistema paranoico del dinero, que sólo tiene a su vista el dinero. Se lleva por delante hasta el instinto más elemental, el de supervivencia. Y aquí nos encontramos ahora. Sin apenas aliento ni recursos que no sea la sorda y sórdida búsqueda de aguas subválveas. Pero seguirán las obras públicas y privadas que consumen ingentes cantidades de agua. Seguirá hablándose de crecimiento, de desarrollo sin límites, de cantidad de todo, presumiendo del tumor que las sociedades del capital y del neoliberalismo triunfal pusieron en marcha hace mucho tiempo. Y todo, mientras disminuyen aceleradamente las reservas de agua potable en todas partes del mundo empezando, en Europa, por la península ibérica.

Los políticos y gobernantes más valiosos no son los que mejor hablan, como se les valora hoy. Son los que tienen visión de futuro y saben remediar, aliviar, retrasar "lo inevitable". No hay estadistas, no hay grandes hombres y mujeres que no estén atrapados... en la economía de mercado. Una Economía y un sistema que, al paso que vamos, sepultará al mundo por implosión.. El mundo no estallará hacia afuera. La implosión acabará con él gracias a la economía... de mercado. Porque lo sé desde hace muchos años, es por lo que la odio tanto...

Lástima, en parte, que quien va a estar en medio del drama mayúsculo va a ser un presidente de gobierno de altas miras. Lo ha esbozado en otras cuestiones. Pero en otros aspectos, estadistas como él son los que nos pueden hacer abrigar alguna esperanza de soluciones "inteligentes". Porque si el asunto estuviera exclusivamente en manos de los otros depredadores, ya podríamos ir buscando una pistola.

>> Autor: Jaime Richart (04/10/2005)
>> Fuente: -Jaime Richart


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