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¿VOLUNTARIOS? NO, GRACIAS
Necesidad de consolidar redes de profesionales y técnicos para ofrecer servicios de calidad

Hace unos días, cierto alto cargo de la Generalitat Valenciana reclamaba a la Universidad que colaborasen de forma altruista, ofreciendo voluntarios para así regenerar y recuperar la degradada Albufera de Valencia...

¿Voluntarios? No, gracias.
* Exposición de:
Antonio Marín Segovia.
(Cercle Obert de Benicalap - Iniciativas Sociales y Culturales de Futuro)


Esa obsesión por confiar que el voluntariado tiene la capacidad para atender y afrontar ciertos temas y situaciones que requieren diagnósticos rigurosos y soluciones integrales, es un error muy extendido hoy en día en el seno de la administración pública.

Consideramos que es un buen momento para recordar que los voluntarios desarrollan importantes labores de apoyo, pero nunca pueden sustituir o suplantar el trabajo profesional que corresponde a los técnicos y profesionales.

La preparación, capacitación y seguridad que tienen los verdaderos expertos y profesionales no puede ser nunca sustituida ni solapada por el altruismo puntual de un puñado de voluntarios.

El voluntariado es un recurso habitual que utilizan los políticos de forma obsesiva y sistemática, en aras a evitar la creación de verdaderos programas de servicios.

En consecuencia, el voluntariado es un procedimiento de actuación que impide el verdadero desarrollo y consolidación de actuaciones profesionales en temas vitales para la convivencia, dado que no ofrece soluciones estables ni respuestas completas a las situaciones que pretende resolver y/o atender

Recurrir y respaldar la existencia de cuerpos de voluntarios es sumamente perjudicial y negativo, constituyendo muchas veces un claro intrusismo en ciertas profesiones o actividades que conllevan riesgos y que precisan una dedicación exclusiva, una preparación y formación permanente.

Si de verdad queremos crear y establecer verdaderas redes de solidaridad, no debemos confiar en el voluntariado, pues no hay nada peor que la improvisación y la caridad circunstancial y esporádica para remediar o paliar las innumerables carencias y deficiencias que se detectan en nuestra dinámica y convulsa sociedad.

Existe la obsesión pública por potenciar el voluntariado en temas sociales, culturales, asistenciales, deportivos..., relegando a un segundo plano la consolidación de las plantillas de técnicos y profesionales que toda institución pública debe mantener en un nivel óptimo. Esa política por favorecer y estimular la improvisación y la solidaridad puntual y coyuntural, va siempre en detrimento de los afectados, de todos aquellos que demandan o solicitan recibir prestaciones y servicios de calidad.

Hace unos años se puso de moda la figura del voluntario como un remedio institucional para no responsabilizarse, económica y estructuralmente, de ciertas obligaciones, dejando en mano de la buena fe y de la ingenuidad de muchos ciudadanos, ciertos temas y asuntos que requieren ser abordados por equipos multidisciplinares.

Es un deber y una necesidad pública que la administración tenga unos recursos humanos y técnicos adecuados a las necesidades y urgencias que se detecten o se tengan previstas puedan emerger en un futuro inminente. Los voluntarios nunca pueden suplantar o sustituir al profesional, siendo meros elementos de apoyo circunstanciales en determinados eventos o crisis.

Pero, lamentablemente, algunos políticos siguen empeñados y obsesionados en evitar crear y consolidar redes de solidaridad y asistencia profesionales y eficaces. Por eso insisten, una y otra vez, en hacer llamamientos a la población para que se ofrezcan como mano de obra gratuita en determinados momentos.

Hay que decir un no rotundo a ese tipo de trabajos, pues el voluntariado es un trabajo no remunerado ni reconocido, siendo un enemigo de la justicia y de la solidaridad, dado que no permite la estabilidad y consolidación de verdaderos núcleos profesionales en áreas vitales para la convivencia y desarrollo humano.

Es urgente insistir en que el voluntariado es un parche, un remedio en ciertas situaciones de crisis, pero nunca puede ser una solución definitiva a problemas que requieren de soluciones y respuestas estables y diversas. No se puede acabar con la contaminación y expolio en espacios protegidos con un puñado de voluntarios. Hace falta contar con verdaderos equipos de profesionales, adecuadamente formados y dotados de todos los medios técnicos de última generación.

No hay nada peor que caer en ese servilismo o en esas modas que hoy en día son todos los voluntariados. Deben ser los profesionales del Medio Ambiente, los técnicos en Trabajo Social, los expertos en Salud... los que asuman y desarrollen las actividades precisas que demanda una sociedad tan dinámica y llena de conflictos como la nuestra.

Las presentes reflexiones no pretenden despreciar las labores de apoyo que puedan realizar en ciertas ocasiones los voluntarios, pero sí quiere dejar claro que nunca pueden sustituir o suplantar a los equipos de profesionales que deben asumir integramente la dirección y realización de labores destinadas a la seguridad y bienestar social.

No es aceptable reclamar que los ciudadanos comunes asuman tareas que corresponden a técnicos, pues si se fomenta el voluntariado en todos los temas vitales, se incrementa la precariedad y la improvisación. No es lógico confiar en que un grupo de personas, impregnados de buena fe y altas dosis de altruismo, se responsabilicen de la limpieza y cuidado de un lago como la Albufera. No es lógico ni tolerable, pues esos espacios naturales deben contar con unos recursos técnicos, humanos y financieros suficientes que les permitan la asunción y realización diaria de una serie de tareas, previamente programadas en base a unos diagnósticos técnicos... Igual que la seguridad de los montes, bosques y ríos no puede dejarse en manos de un puñado de jóvenes que han recibido una precipitada formación.

La administración pública no puede eludir sus responsabilidades y debe consolidar redes de asistencia y servicios de calidad, evitando caer en la precariedad que fomenta el voluntariado, pues así también se genera un nuevo malestar entre los verdaderos profesionales, aumentando el divorcio que ya existente entre ciudadanos responsables (que no ingenuos voluntarios) y las instituciones públicas.

No confundamos nunca lo que es y debe ser colaboración responsable en temas esenciales para mejorar nuestra convivencia, con el tan socorrido e instrumentalizado voluntariado, verdadero enemigo de la participación ciudadana y de la justicia socia

Para consolidar el bienestar colectivo y personal, los ciudadanos debemos disponer de una red eficaz y estable pública, dotada adecuadamente de recursos técnicos, financieros y humanos.

Las improvisaciones y el altruismo no son buenas medicinas para resolver los nuevas y graves epidemias que afloran constantemente.

>> Autor: CERCLEOBERT (04/10/2004)
>> Fuente: Antonio Marín Segovia - Cercle Obert de Benicalap - Iniciativas Sociales y Culturales de Futuro


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