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ANENTO Y LA GUERRA DE LOS DOS PEDROS.
Historia: Guerra entre la Corona de Aragón y Castilla...

Los años transcurridos entre aproximadamente 1320 y 1430 fueron testigos de algunos de los acontecimientos más notables y también más terribles de la Baja Edad Media.

En este momento nos encontramos recopilando esta información de la historia de esta zona de Aragón. Anento - Campos de Daroca.
Pilar Colomer - Ibérica 2000 (Barcelona)




(imagen omitida)


(Imágenes de Ibérica 2000 - Marzo 2010)
Vista de la población de Anento, bajo las paredes de esta fortaleza natural por esta vertiente sur.


Introducción: una época de desgracia.

En breve repaso, observando sólo alguno de los hechos más destacados, nos encontramos que entre 1337 y 1453 las coronas de Inglaterra y Francia se enzarzan en la llamada Guerra de los Cien Años, un aparentemente interminable conflicto en el que ambos se disputan la hegemonía del territorio francés y no dudan incluso en intervenir en causas ajenas. En 1347 comienza a extenderse por Europa desde el Mar Negro una terrible pandemia, la peste bubónica, que arrasó la práctica totalidad del continente acabando con la vida de 25 millones de personas. Pero también en este arco cronológico se produce el apogeo del Imperio Marítimo y comercial de la Corona de Aragón, que llegará a abarcar todo el Mediterráneo desde Barcelona y Valencia hasta los ducados de Atenas y Neopatria. Como consecuencia de ello, y tal vez también como desagravio a un Dios que castiga con la guerra y la enfermedad a su pueblo por sus pecados, florecen en numerosas ciudades y poblaciones del reino de Aragón los más bellos ejemplos del arte mudéjar de la mano de arquitectos, alarifes, orfebres, yesaires y carpinteros musulmanes favorecidos y financiados por generosos mecenas reales, nobles y eclesiásticos.

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70 metros de desnivel nos separan de la base del castillo
situada sobre la plataforma del Campo de Romanos.


Llora en 1410 el reino aragonés la muerte sin descendencia de su buen rey Martín I y tienen los notables del reino que hacer frente al difícil desafío de conducir un cambio dinástico a través de Compromiso de Caspe sin desembocar en una guerra civil. Y por si ello fuera poco, agravando la delicada situación que se vive en toda Europa, nos encontramos con un Cisma, una escisión traumática, una separación de la Iglesia Católica en dos obediencias irreconciliables que llegarán incluso a ser tres cuando se intente imponer una solución a tan triste conflicto de intereses en un mundo en el que la autoridad religiosa tiene peso social, económico y político de primera magnitud.

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Imponentes bloques de la corteza rocosa no pueden evitar precipitarse al vacío
sucumbiendo a la erosión geológica del paso de los siglos.


Duros y magníficos tiempos que son protagonizados por también duros y magníficos hombres: reyes y príncipes, nobles y cortesanos, obispos y cardenales, santos y pecadores, teólogos y juristas, mercaderes y banqueros, artistas y artesanos, campesinos y pastores, soldados y mercenarios almogávares... Una sociedad en convulsión que camina a pasos agigantados hacia el final de la Edad Media y los primeros desperezos del despertar renacentista en la Italia de los albores del siglo XV.

Este período histórico, según acabamos de ver, está marcado por la desgracia.

* Desgracia económica, puesto que unas décadas de malas cosechas y una situación política marcada por las guerras intestinas (entre el rey Pedro IV de Aragón y los nobles unionistas, entre los reinos de Castilla y Aragón y entre Pedro el Cruel y Fernando de Trastámara, que salpicó también las tierras aragonesas) redujeron los suministros de grano y el comercio exterior a cotas inferiores al mínimo indispensable para la supervivencia de la población, sembrando el hambre en todo el reino.

* Desgracia demográfica, puesto que a partir de 1347 a las malas cosechas se une la tristemente célebre epidemia de Peste Negra que azotó los estados de la Corona de Aragón con especial virulencia, penetrando el el puerto de Valencia desde las tierras del Mediterráneo oriental y obligando a la despoblación de numerosos núcleos habitados. La Peste Negra, transmitida por la pulga de la rata y muy contagiosa, fue una enfermedad a la que se consideraba como un castigo de los Cielos y cuyo único remedio era huir pronto, lexos e luengo tiempo, según las crónicas de la época.

* Y desgracia política, como hemos dicho, pues en este período la paz -aún entre los propios cristianos- estuvo muy lejos de alcanzarse, alargándose los enfrentamientos bélicos entre facciones nobiliarias, entre reyes y entre reinos durante todo el siglo XIV y más allá.

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Territorio habitado por los íberos de la tribu de los Bellos (muy romanizada),
conserva de ellos un torreón que hace evidente la existencia de un poblado celtíbero en las proximidades de su actual casar.



Por ello podemos afirmar que si hubo un momento en que los Cuatro Jinetes del Apocalipsis
(Hambre, Peste, Muerte y Guerra) cabalgaron juntos sobre Aragón éste fue el del período que ahora nos ocupa
y que está marcada muy especialmente para nosotros por la llamada Guerra de los Dos Pedros.



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Los senderos están trazados de forma espectacular sobre el precipicio,
aprovechando los voladizos de la costra rocosa.
Lugares frecuentados por los rebaños salvajes de cabras montesas,
que pueden observarse amenudo sobre estos roquedos.


La Guerra de los Dos Pedros en Aragón.

A mediados del siglo XIV, Castilla soportaba un profundo enfrentamiento social, cuyos bandos tenían como líderes al rey Pedro I de Castilla y a su hermano bastardo Enrique de Trastámara, pretendiente del trono castellano, respectivamente. Pedro IV de Aragón apoyó a Enrique, que, a su vez, contó con la ayuda francesa, personificada en Beltrán Duguesclin y sus famosas compañías.

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El monarca aragonés tenía dos objetivos en esta lucha:
incorporar el reino de Murcia a la Corona de Aragón -aspiración que data de tiempos de Jaime I,
en el siglo XIII- y dominar el Mediterráneo occidental frente a Castilla y su aliada, Génova.


La guerra estalló en 1356 con motivo del hundimiento de dos naves genovesas por parte de los aragoneses en Sanlúcar de Barrameda ante la presencia de Pedro I. El período más cruento abarca hasta 1365, porque su prolongación, entre 1365 y 1369, fue más bien entre el monarca castellano y su hermano que acabó por destronarlo en 1365. El escenario principal estuvo en las zonas limítrofes de ambos Estados, pero los reinos de Aragón y Valencia soportaron la peor parte. Ciudades como Teruel, Caudete o Alicante estuvieron varios años en poder castellano hasta que finalmente fueron devueltas. No obstante otras ciudades como Villena fueron ocupadas y jamás regresaron a la Corona de Aragón. Las alternativas se sucedieron, como la tregua de 1357, la paz de Terrer en 1360 y el incumplido tratado de Murviedro de 1363.

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Finalmente, la Guerra de los Dos Pedros acabó sin tener un claro ganador,
puesto que las pretensiones de Pedro IV de Aragón no llegaron a cumplirse y Pedro I de Castilla
no llegó a vencer tampoco porque fue destronado por su hermanastro Enrique de Trastámara.



La Guerra de los Dos Pedros y el castillo de Anento.

En este panorama, la villa de Anento se sumergió de lleno en la vorágine de los acontecimientos sin escapar a su destino.

Su historia, no obstante, es como la de los demás pueblos de la ribera del Jiloca y participa de las mismas peripecias. Territorio habitado por los íberos de la tribu de los Bellos (muy romanizada), conserva de ellos un torreón que hace evidente la existencia de un poblado celtíbero en las proximidades de su actual casar. Habrá que esperar a la invasión musulmana para que entre los ss. IX y X se edifique su primer castillo sobre el tozal que señorea la villa, ampliándose la población a su alrededor. Siglos más tarde, en el s. XII, Anento caerá en manos cristianas dentro de la campaña de conquistas de don Alfonso I el Batallador impulso en los valles del Jalón y del Jiloca, rindiéndose los musulmanes anentinos al monarca aragonés en 1120, junto con Calatayud y Daroca. Un siglo después encontramos a la villa formando parte de la comunidad de aldeas de Daroca, y el 1280 a la sesma de Gallocanta (la sesma era una entidad territorial que abarcaba diferentes localidades, al igual que el corregimiento o la sobrecullida).

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El actual castillo de Anento sería levantado por orden de Pedro IV en el siglo XIV.


El Castillo esta bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.

La guerra con Castilla empezaría en 1356 y ese mismo año el rey de Aragón lo cedió a don Enrique de Trastámara (hermano bastardo del Cruel de Castilla) por 60.000 sueldos, que serían utilizados para pagar la soldada a sus mesnaderos. Se trataba de un castillo ubicado en la frontera de Jalón y el Jiloca, puerta de entrada de los ejércitos castellanos en Aragón, de ahí su importancia estratégica. Tal es así que en 1357, durante la expedición del rey Pedro I por tierras aragonesas, Anento sufrió el ataque de las tropas castellanas, que no pudieron rendir la fortaleza, por lo cual el monarca ordenó arrasar mediante el fuego la población, cuyos habitantes (azotados por las malas cosechas, el hambre y la enfermedad) debieron huir campo a través.

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El castillo sería restaurado poco tiempo después, dotándolo de nuevas defensas que serían decisivas también en ocasiones posteriores:
en el siglo XV volvió a la actividad bélica cuando el condestable don Álvaro de Luna ataca Aragón.


Acomodado a la forma redondeada del tozal en el que se asienta, quedan de él restos importantes que permiten imaginar su forma original. Llegando desde la llanura de la meseta se encuentra un foso escavado en la piedra que dificultaba el asalto al castillo y al que sólo se podía acceder por un puente levadizo. De la misma longitud que el foso es la muralla paralela de unos 40 metros con tres torreones y puerta entre dos de ellos. Estos torreones son macizos en la planta baja, igual que la muralla, y se cubrían en la segunda con bóveda de cañón apuntado. Se accedía a ellos a través del camino de ronda. El resto de la muralla seguía la línea del escarpe de la que sólo queda el fundamento de un torreón cuadrado.

Desgraciadamente, en la actualidad esta magnífica obra se encuentra en estado de ruina progresiva.

Enrique Villuendas Salinas.
Profesor de Historia y Cronista Maior de Fidelis Regi.
casadeanento@hotmail.com

* Información completa extraída de... (Enlace...)

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* Por los rincones de Anento... (Campos de Daroca) (Enlaces...)
* Ruta circular Anento-Arguilay-Anento, en Bici.
* Desde Anento, al Santuario de la Virgen de la Herrera
* Retablo Mayor de la Iglesia de San Blas, en Anento

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>> Autor: Redac.Ibérica2000 (14/06/2010)
>> Fuente: Enrique Villuendas Salinas


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