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POR LOS RINCONES DE ANENTO... (CAMPOS DE DAROCA)
En las cercanías de Baguena (Ribera del Jiloca - Zaragoza)

Desde la población de Báguena a orillas de la ribera del río Jiloca (carretera nacional 330 - Calamocha a Daroca) se abre un paso entre barrancos, una pista acompañada de chopos cabeceros y de sencillos campos de cultivo. El pueblo de Anento se ofrece a 5 km. abriéndose en un claro al pie de unas faldas dolomíticas, gobernadas por los restos de lo que fue una resistente fortaleza. Un espacio rodeado de desgastados rocosos, silencioso, donde se unen y reunen aguas subterráneas de la llanura del campo de Daroca.

Una vez en el interior del pueblo de Báguena, accedemos a esta pista sin asfaltar, que parte desde la calle La Rambla.
Por el interior de esta barrancada por donde serpentea el camino y ayudados por alguna indicación, a unos 5 km. nos abriremos paso hasta divisar el sencillo pueblo de Anento. A 2 km de Báguena, la pista se divide, y hacia la derecha, podemos acceder al área recreativa de Arguilay (descrita mas adelante...).







Desde la autovía Mudéjar (Valencia-Zaragoza) aparece la salida a Anento,
entre las poblaciones de Daroca y Calamocha.








(imagen omitida)


Son aguas corredoras que manan juveniles desde cualquier rincón, desde cualquier peña,
desde cualquier roquedo modelado por el tiempo. Alimentan canales, acompañando
con sus risas las hogareñas huertas que cuando se apartan las heladas en los blancos-marzos,
despiertan y florecen llenando de vida cada mirada, en una paleta de suaves acuarelas que tornan pastel el paisaje.


Es curioso que en este punto en dirección a Anento cruzamos el límite de provincia, de Teruel pasamos a Zaragoza.

El barranco por el que llegar a la silenciosa población
que parte desde Báguena a las orillas del río Jiloca,
es el resultado de la acumulación de numerosas avenidas por las lluvias
torrenteras de cada época. Entre el paso de las montañas,
entramos a un mundo silencioso donde solo se oye el murmurar del viento,
donde los tamborileos de los picapinos y los graznidos de los cuervos,
serán la compañía que nos acogerá a primera impresión en este paisaje.



(imagen omitida)


Los cortados de estas altas paredes están conformados de pizarras y cuarcitas
de orígenes paleozoicos. Miles de años geológicos, pacientes, perseverantes, laboriosos,
que han contribuido a escavar una carcava testigo de épocas de esplendor, de conflictos,
de revueltas, pero también sembradoras de equilibradas convivencias entre árabes y cristianos.


* A todo un reportaje fotográfico de Anento por Luis Sebastián, para Ibérica 2000... (http://www.iberica2000.org/fotosluis/VerSerie.asp?Serie=ESV) (Enlaces)

Huertos a un lado y otro del camino junto a las paredes del monte acompañados de viejos chopos cabeceros, de arbustos esqueléticos como el rosal silvestre, que adquirirán su máximo esplendor al apartarse los fríos y los hielos.

En primavera, los carboneros, los escribanos, los pinzones, los herrerillos y los mirlos, serán los que rompan la quietud de las mañanas. Son los primeros que danzan sus bailes nupciales al brillar el solecito, los primeros que buscan a la hembra para emparejarse, los primeros que quieren tener los huevos en su nido y sacar los pollos antes que nadie. Los escribanos montesinos, los hortelanos, los trigueros, forman bandadas entre el bosque arbustivo, posándose en las ramas elevadas.

La Curruca carrasqueña (Sylvia cantillans) y el Mosquitero papialpo (Phylloscopus bonelli) son visitantes estivales que merece pararse a observar y a escuchar. (Imprescindible para los curiosos, llevar unos prismáticos)

(imagen omitida)


* Detalle extraído de... (Enlace...)

Entre la red entretejida de rameríos, el mito, la curruca rabilarga, y el petirrojo,
se mueven ágilmente para salirnos al paso y curiosear observándonos,
alarmando a todos sus congéneres por nuestra usurpadora presencia.


(imagen omitida)


Mosquitero papialpo (Phylloscopus bonelli), habitante estival que llega a principios de abril.







En los campos de cereal las cogolludas, las calandrias, las totovías y las alondras forman bandadas, y cuando empieza la primavera ya ocupan conjuntamente con las tarabillas y los trigueros, los montículos pedregosos y ramitas destacadas, para vigilar y mantener a raya a sus depredadores o compañeros invasores de sus áreas de campeo.

Al Sol le cuesta penetrar en algunos puntos de esta tierra, donde las escarchas se acumulan y hacen de las gotas de agua un cúmulo de témpanos de hielo, colgantes, blanquecinos y sudorosos. Un sin fin de buítres surcan y rayan el cielo de esta parte escondida en la Comarca de Daroca, aprovechando las ráfagas de vientos que les arrastran cómodamente y les permite husmear y controlar km. y km. de territorio, en busca de carroñas para sobrevivir.

(imagen omitida)



A finales de febrero es cuando los lugareños empezarán a acondicionar las tierras,
a plantar y a replantar sus hortalizas, sus cereales caseros
para cuando suavice el clima y despierten los vegetales.
Aunque estas confluencias de barrancos están al abrigo de los fríos vientos del cierzo.
Los ajos quizá sean los primeros que serán enterrados en esta tierra
para prepararse a germinar-multiplicándose por naturaleza.


Los frutos del escaramujo penden de la maraña espinosa dando forma a la vacía espesura en invierno, con las pelosillas del "cenife del rosal" bien visibles. Dando forma a la red de zarzas, de carrascas y rebollos, arces, cornicabras, engalanados con líquenes que penden como hilos, que cuelgan como guirnaldas ofreciendo la bienvenida al caminante.

En nuestra primera visita nos encontramos a principios del mes de febrero, sembrado el paisaje con una nevada más, a la que están acostumbradas ya estas tierras. Reflejos de aguas acristaladas iluminan los hoyuelos de la calzada sin asfalto. Colgantes de hielo, con endurecidas y majestuosas estalactitas penden y se exponen en una fuente muy cuidada a la entrada de la población de Anento. Un parque rodea el entorno y una oficina de turismo permanece aún cerrada. De aquí parten diversos senderos hacia la ruta del aguallueve, hacia el torreón celtíbero y hacia el castillo.

(imagen omitida)


Un paseo por las cuidadas calles de Anento, admirando a primera vista los cortados y roquedos, las cuevas sobre la población y bajo las ruinas de lo que fue en su tiempo un majestuoso castillo. La torre de la iglesia y su claustro destacan perfectamente entre toda la fisonomía de las casas, amontonadas, organizadas y algunas con vistosos colores en sus fachadas que ofrecen una bienvenida agradable para las miradas.

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Anentico y Anento bajo el castillo, son los dos barrios de la sencilla población separada por la carretera. Dos núcleos urbanos que son uno solo; uno marcado por el Ayuntamiento con el Albergue, y la otra presidida por la exhuberante torre cuadrada de su iglesia que ofrece majestuosidad y solemnidad a su entorno más cercano. El retablo de la iglesia muy bien conservado del siglo XV. está datado del año 1.432. Majestuoso y espectacular, se encuentra entre los de mayor tamaño en Aragón.






El castillo bajo-medieval de Anento. (s.XIV)
Los restos de esta fortaleza están situados sobre un escarpe con unos 75 mts. de desnivel, con vertientes de fuerte pendiente e importantes desplomes por erosión fluvial. Construido en un pequeño espolón de la plataforma estructural miocénica del Campo de Romanos. El abastecimiento de las aguas estaba asegurado para las tropas que lo guardaban en aquella época. Está como véis en las imágenes que aportamos, rodeados de campos de labor. Ya existía en 1357, cuando la aldea fué incendiada por los castellanos que iban en nombre de la reconquista, pero no llegaron a dominar finalmente el castillo, que sirvió como refugio a su gentes en 1363 para defenderla. El recinto casi en su totalidad está desplomado, excepto el lado oriental, flanqueado por un foso excavado en roca. Conserva varias almenas con remate piramidal y saeteras. Con el muro aparecen dos torres gemelas y rectangulares en cuyo interior hay bóvedas de cañón apuntado que aún se distinguen. Entre ambas torres, aparece lo que fue su puerta principal. Varias escalinatas acceden al recinto, desde la base del pueblo.
(Ver libro abajo recomendado, del Patrimonio histórico de Aragón. - Pág 111)

(imagen omitida)


Campos de labranza que ya adquieren los primeros colores-brotadores
a principios de marzo, y todo un bosque de chopos y choperas organizadas se pierden
por la hondonada hacia la derecha de la población. Es la ruta del aguallueve...


Correderas de aguas vivas que resuenan recorriendo estos prados, y reposan en balsas preparadas para el regadío a la espera de empapar sus huertas. Aún aparecen grandes y altas nogueras que producen nueces pequeñas pero muy sabrosas al gusto. Terreno que favorece a los nogales pero que la mayoría de los centenarios desaparecieron por el valor que adquirió en determinadas épocas su madera noble.

Caminos y senderos señalizados por antiguos peirones rescatados en el tiempo que se entrecruzan entre diminutos huertos de frutales con perales, ciruelos, cerezos y nogales. Rutas que ascienden por las empinadas paredes, salvando roquedos y grandes bloques desplomados, y se pierden para llegar a viejas ruinas de lo que fueron torreones de pobladores celtas y celtíberos, allá en lo más alto, donde los páramos de cereal se abren y se pierden en el horizonte, a donde la vista ya no alcanza.

Esplendorosas vistas sobre el pueblo que alcanzan máxima expresión al atardecer, cuando los tonos se vuelven amarillos, los rojos se acentúan mágicos y más vivos. Estorninos y palomas adornan el cielo para alimento de halcones peregrinos, de gavilanes y cernícalos que deambulan con paciencia a la espera de su merienda. Las perdices en pareja, rompen el silencio del campo con sus escandalosos arranques al vuelo, para cambiar de ladera cuando son descubiertas por el senderista.

Otros senderos que se internan en la espesura de estos chopos y choperas por el interior del fondo, que siguen las señales por donde descienden las aguas corredoras, llegarán a un estanque que recoge las aguas transparentes de un cortado que florece al asomar las capas impermeables que recogen las aguas de los llanos, y que en algunos puntos, el musgo difumina el agua en millones de gotas que se suceden al caer, formando lo que aquí ha adquirido el nombre de "agua-llueve".







Un sinfín de manantiales de aguas subterráneas que aquí
milagrosamente se unen y ven la luz, que la geología a preparado paciente
y ágilmente para crear saltos de agua que conforman un micro-clima
que alcanza su máxima expresión en los meses más calurosos.
Dando al ambiente, un húmedo y vegetal-selvático que mantiene alimento
a muchas aves insectívoras, a diversas manadas de cabras monteses
que deambulan libremente por los entornos, sorprendiendo
a menudo al caminante que no lo espera.

Huellas y rastros aparecen de los animales nocturnos que no se ven
y hay que identificar minuciosamente; son los carnívoros silvestres
como el tejón que salen de sus madrigueras en la penumbra, la garduña,
la gineta, el zorro, el gato montés y la esquiva comadreja.


Las laderas de la parte solana mantienen unas condiciones distintas, un sustrato muy seco que hace que el desarrollo de la vegetación sea más escaso, y ello acentúa la erosión de las laderas formando torrenteras bien marcadas en la fisonomía del terreno, dejando entrever como setas, "chimeneas de hadas" o "chimeneas de gigantes" que sostienen en sorprendente equilibrio grandes rocas al haberse erosionado su base de arcillas.

Los jabalíes penetran en estos territorios al amparo de la oscuridad, recorriendo sendas y senderos en busca de almendras, de nueces, de frutas y de raíces que escarban entre el fango de algunas huertas. Son sus huellas y sus remolinos en la tierra, sus restregones en los troncos, lo que delata su presencia.

Rapaces nocturnas que tan solo dejan oír sus cantos aflautados en los meses de celo, a principios de enero, y que están presentes como duendes invisibles, que oscultan los sonidos de la noche para atrapar ratas, ratones y topillos en una incansable fiesta de correrías para comer y sobrevivir al durísimo clima invernal. Es el juego injusto de oír y no ser escuchado por el astuto depredador. Son los cárabos, los mochuelos, el búho real y los autillos (algunos ejemplares permanecen todo el año). los que velan porque las poblaciones de roedores no se descontrole. Poner venenos elimina todo éste ejército de animales que son colaboradores esenciales del hombre y de sus cultivos.

(imagen omitida)


Los cultivos de las viñas que aparecen en estos paisajes semi-escondidos,
han sido orientados hacia el mediodía, algo que asegura a las cosechas más glucosa
y más grados de alcohol. Campos que muy bien alineados y diseñados dan al paisaje
otra tónica agrícola que alimenta labores de bodegas cercanas.


Entre el carrascal más antiguo aparecen plantaciones de pino carrasco y plantas tolerantes a la excesiva iluminación de ciertas épocas del año, y a las sequías propias de las estaciones calurosas. Plantas como el tomillo blanco, como el hinojo, la ruda, la saponaria, el Anthirrinum barrelieri que se desarrolla especialmente en lugares muy soleados.
La zumaquera, que se empleaba antiguamente en la industria del curtido y que de su corteza se extraía colorante. Su jugo blanquecino, sus hojas y sus frutos son venenosos.

Entre las especies arbóreas que nos vamos a encontrar se encuentran chopos, álamos temblones, nogales y olmos, hay muchas variedades, pero quizás esos sean los más abundantes.

(imagen omitida)

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También interesante será recorrer otra de las rutas, la de "El Arguilay",
que penetra hasta el mismo límite del Valle del Jiloca por el Campo de Romanos,
en donde afloran aguas del acuífero del llano.


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Formas extrañas que resbalan y quedan colgadas en las laderas,
aportando una nota de color a este encajonado paisaje geológico.


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Bosques de chopos cabeceros y nogueras que en primavera
adornará todo de un sotobosque de madreselvas, de juncos y de zarzales.


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Aparece en este paraje un área recreativa... y un manantial
que en épocas de bajas temperaturas presenta bellas caídas de agua,
retenidas en el tiempo. Son tierras de duras heladas, de crudos inviernos.
Son rincones de buen refugio para los agobiantes calores del verano.


El torreón medieval de Anento.
Se trata de un asentamiento Ibérico con ocupación medieval en una ladera frente al pueblo, y posíblemente también es anterior a esa época ibérica, reconociéndose en ella estructuras claras de cronología indeterminada.
Desde esa torre la visibilidad era muy amplia y controlaba gran parte del curso medio del Jiloca, y, de forma más inmediata el camino que comunicaba con el Campo de Romanos. Solo quedan restos de un torreón de planta rectangular, que por lo visto disponía de un foso.
(Ver libro abajo indicado del Patrimonio histórico de Aragón. - Pág. 109)


Artículos y reportajes relacionados, confeccionados y alojados también desde Ibérica 2000:


* De Báguena a Daroca… en bici. (Enlaces...)
* El Club de las Águilas.
* Anento: una experiencia en la Naturaleza.
* Retablo Mayor de la Iglesia de San Blas, en Anento
* Desde Luco de Jiloca a Báguena.
* Desde Calamocha por el Poyo del Cid, a Tornos (Gallocanta)
* Lagunas de Gallocanta, la Zaida y Guialguerro.
* A Gallocanta desde el Jiloca…
* En ruta desde Ojos Negros en el Jiloca, hacia Sagunto...
* En ruta a Albarracín, Valle del Jiloca y Gallocanta.
* El Acueducto romano en Albarracín...
* Ruta circular Anento-Arguilay-Anento, en Bici.
* Desde Anento, al Santuario de la Virgen de la Herrera
* Anento y la guerra de los Dos Pedros.

* Enlace a la Web del municipio de Anento...
* Imagenes de la Casa Rural de Maite, en Anento...
* Imagenes de la Casa Rural Fina, en Anento...

* La huerta ecológica. (Enlace...)
* A los reportajes alojados sobre la "Huerta Ecológica" puesta en marcha en Anento... (http://www.iberica2000.org/Es/Busquedas.asp?Palabra=lahuerta) (Enlaces...)

Libros que os aconsejamos consultar:
(Disponibles en la biblioteca de Calamocha)

* Por la Laguna de Gallocanta y Sierras del Jiloca.
De Chabier de Jaime Loren.
Miembro del Centro de Estudios del Jiloca (Calamocha)
Editado por Prames. 1993.
(Ver página 75 donde habla de Anento y de El Arguilay)

* Web de los espacios naturales de la comarca del Jiloca... (Enlace...)
* "Diario de un paisaje", un blog fenológico sobre los cambios estacionales y otros fenómenos naturales además de algunas actividades educativas siempre vinculadas a la Naturaleza de este territorio... (Enlace...)
* Centro de Estudios del Jiloca donde llevan en marcha Natura Xilocae, otro blog de naturaleza aunque con un perfil menos académico... (Enlace...)

* Guía de Daroca.
Una ciudad amurallada cargada de historia.
De Andrés López Pintado.
Guías turísticas de Prames. 2000.
Esta guía hace un recorrido por el entorno, la história y el urbanismo de la ciudad, y propone un paseo por sus calles y fortificaciones.

Bibliografía consultada:
* Inventario Arqueológico de Daroca.
Edit. Gobierno de Aragón. 1993. Escavaciones en Anento. Pág. nº 109.

Fiestas y celebraciones en Anento:
* Crónica de las gloriosas jornadas del año del Señor 2010, que las huestes de las Coronas d´Aragón y Castiella vieron en la villa de Anento durante las fiestas de Santyago Apóstol, de la furiosa batalla que en dita villa se entabló entre los guerreros castellanos e aragoneses et de otros percances de menor estima que en ella se verán.
Contada, como es costumbre ya casi perdida en la memoria de los mesnaderos, por el Cronista Maior de la hueste Fidelis Regi, dom Enrique de Çaragoça, más Dom que nunca... (Enlace...)

Guías-acompañantes:
Te acompañamos por el entono más cercano, para que no te pierdas detalle de la ecología que encontrarás a cada paso. Telf. 653 378 661.
(Aconsejamos un buen calzado, agua, gorra, protector solar, gafas, y unos buenos prismáticos. Si escogéis la bicicleta, os deleitará en una paisajística e impresionante ruta circular)

>> Autor: Redac.Ibérica2000 (16/02/2010)
>> Fuente: Recopilaciones para Ibérica 2000.


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