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Esos rostros

(4564)

ERRADIQUEMOS LA VIOLENCIA
-Y es que esta sociedad de la que hablamos, carece de proyectos de futuro para nuestros jóvenes-chicas y chicos-, que se encuentran descorazonados, y caminan sus propias vidas carentes de esperanzas, ilusiones y sueños: porque vivir quiere decir soñar.

-Esos rostros (caras) que, con amargura en su expresión, nos hacen saber: “¡Qué España va mal!”, nos muestras éstos. “O que también el mundo marcha mal”, me comentaba el otro día un buen amigo. “O que nuestra sociedad actual -en el ámbito mundial y español-, es una sociedad que ha roto los puentes (uniones) con el pasado”, lo pensamos y lo decimos todos.

Y es que esta sociedad de la que hablamos, carece de proyectos de futuro para nuestros jóvenes-chicas y chicos-, que se encuentran descorazonados, y caminan sus propias vidas carentes de esperanzas, ilusiones y sueños: porque vivir quiere decir soñar. Tendríamos que premiar la inteligencia, los buenos modales, la reflexión, la prudencia, la dignidad... Y también todos esos dones de nuestro intelecto que, hoy por hoy, dan la sensación de molestar o molestan a la sociedad en la que vivimos.

Comprendo a los muchachos universitarios españoles y jóvenes en general, y los comprendo, porque la crisis les ha golpeado en lo más profundo de sus corazones. El mundo que les espera a nuestros jóvenes-se me antoja pensar-, viene representado y cargado con oscuros nubarrones de lluvia interminable, y que predicen que sus sueños e ilusiones se esfumaron, antes de que aparezcan las flores anunciantes del fruto de sus esfuerzos: ese trabajo tan ansiado y esperado, que se les viene negando una y mil veces todos los días del año, cuando cualesquiera sabe…qué lo necesitan para poder comenzar sus vivencias personales y amorosas.

Debo comunicaros que… anoche no dormí bien. Dicho de otro modo: no pegué ojo. Me pasó lo que yo sé: “Cuando llevo un día agitado y preocupado, resolviendo o tratando de resolver -en la medida de lo imposible, haciendo que sean posibles- serios problemas, que afectan a esas ‘pobres gentes’ -sin comida, sin ropas, sin ganas o con pocas ganas de seguir viviendo…-, que malviven no lejos de mi domicilio, me ocurre siempre lo mismo: por la noche no duermo”.

Por el contrario, aplaudimos las incorrecciones en nuestras conductas para con los demás, aprobamos las groserías que están al orden del día, despreciamos a nuestro prójimo cuando necesita de nuestra ayuda, e incluso cuando éste es objeto de malos tratos de palabra y obra( violencia de género, que se dice ahora, y que siempre existió...,pero no con tantas y tantas muertes de mujeres maltratas por sus maridos o parejas sentimentales( me da igual), que todos a casi todos los meses del calendario son portadas en los periódicos de venta diaria o en el mismo Internet. Miramos solamente nuestro confort personal, y ¡el que venga atrás... qué arree! ¡Vaya tropa la que somos todos…! Digna de lastima, en verdad.


El tomar alcohol se ha convertido en una droga fácil de obtener: Vemos -con mucha tristeza- que miles de jóvenes se agrupan durante las noches de los viernes y los sábados para consumir alcohol-droga actual del cerebro humano-, en grandes cantidades. Es “la litrona” una gran diosa a la que rinden pleitesía chicos y chicas: cada vez más jóvenes, con el consentimiento de los padres, con el consentimiento de las autoridades de turno que, aunque teniendo leyes aprobadas al respecto, hacen mutis por el foro. Estos hábitos nocturnos están llevando a nuestra juventud al deshabito del estudio, a la falta de energía e interés por el trabajo, a perder ilusión por la vida…, consiguiendo que sus hígados se conviertan en esponjas de la muerte: la cirrosis a la vuelta de la esquina les espera… ¡Drogas y más drogas del diablo!

Con cierta frecuencia aparecen en prensa diaria muertes súbditas de jóvenes–hijos nuestros, a la sazón presa fácil de desaprensivos (yo diría: homicidas, pues saben que lo que venden mata), que valiéndose de estratagemas o engaños facilitan que adolescentes de 13 ó 14 años comiencen a probar el “hachís” (chocolate) conocido vulgarmente con el nombre de “porro”.

Hoy en día, y lo vemos en la realidad a diario, el homicidio juvenil es harto frecuente en América Latina. No ocurre lo mismo en América del Norte ni en Europa, afortunadamente. Mas por este camino vamos...En África también nuestros muchachos/as son objeto de homicidios, pero se producen como consecuencia de conflictos armados realizados por adultos.

Circulaba con mi viejo coche por las calles coruñesas, cuando el conductor de un lujoso vehículo hizo una maniobra en falso, en el sentido de que puso el intermitente indicando su desplazamiento hacia la derecha y, realmente, se fue hacia la izquierda; cometió un pequeño despiste, quizás, involuntario. Detrás iba otro automóvil, no menos lujoso que el anterior, que como consecuencia de la maniobra en falso del primero tuvo que cambiar de carril. Al instante, mi cochecito y yo, quedamos parados ante un semáforo, casualmente, en medio de los ‘ocho ruedas protagonistas del incidente. El caballero (digo caballero, aunque no se portó como tal) de uno de los coches–ya maduro–abrió la ventanilla y dijo: “¡Me cago en tu...!” Creo que nombró a alguien de la familia. Acto seguido el señor abrazar segundo del segundo automóvil–joven–sacó la cabeza por el habitáculo, contestando: “Y yo en el tuyo”. Tampoco su postura fue la de un señor. Asombrado mi 850 al ser testigo de lo que había pasado, me dijo: “¿Qué te han parecido esos dos caballeretes?”. Creo que han perdido las maneras, le contesté.


Y es que la vida–nuestra vida–, y no sé el porqué, sabe y comprende que no somos dueños ni de un sólo instante de ella. Sabe y comprende que no somos inmortales, sabe y comprende que tenemos nuestros recuerdos de supervivencia muy limitados y en todos los órdenes de la vida (esa vida que no es nuestra): somos gentes muy imaginativas los españoles, que no trabajadores precisamente, y siempre estamos soñando con nuestra chica de los ojos verdes.


Al instante, mi cochecito y yo, quedamos parados ante un semáforo, casualmente, en medio de los ‘ocho ruedas protagonistas del incidente. El caballero (digo caballero, aunque no se portó como tal) de uno de los coches–ya maduro–abrió la ventanilla y dijo: “¡Me cago en tu...!” Creo que nombró a alguien de la familia. Acto seguido el señor abrazar segundo del segundo automóvil–joven–sacó la cabeza por el habitáculo, contestando: “Y yo en el tuyo”. Tampoco su postura fue la de un señor. Asombrado mi 850 al ser testigo de lo que había pasado, me dijo: “¿Qué te han parecido esos dos caballeretes?”. Creo que han perdido las maneras, le contesté.

Otras veces, muchas más, cojo mi cochecito y me dirijo al campo: un viejo y buen amigo mío, al que ya nombro como ‘mi campo’. Me detengo a pasar un buen rato, leyendo aquellos libros que a todos nos gustan leer, y que nos tranquilizan sobremanera. Y este campo contiene hermosos y frondosos árboles, y pajarillos y flores silvestres y amapolas–las flores del bien, que no del mal–, que me recuerdan viejos y amorosos poemas de amor, y que, al escucharles acarician mis oídos y me engrandecen el alma. Las flores del bien que hacen convertirse a uno en un joven o viejo soñador, que hacen que el horizonte de la vida se nos muestre aún por descubrir, que hacen florecer en nuestro intelecto semillas –de amor y bondad–, perdidas en las entrañas de la tierra ,porque allí las olvidé cuando mis manos sentían la frialdad del hielo...


El estrés a que estamos sometidos por nuestra manera de vivir, irritaciones contenidas–quizás del propio trabajo que desempeñamos (aunque hoy en día muchas personas no padecen estrés porque no pueden trabajar: no hay trabajo a la vista) –, disgustos de tipo familiar, complejo de superioridad e inferioridad, etcétera. Todo este cúmulo de premisas, y muchas más, influyen de forma muy negativa en nuestro carácter, y hace que nuestras conducciones lleguen a ser, en muchos casos, peligrosas para nuestros amigos los peatones, para los demás conductores y, por qué no, para nosotros mismos. Nuestra asignatura pendiente ha de consistir en reeducarnos cívica y vialmente hablando, para poder siempre desarrollar una buena seguridad vial. Nuestras armas a emplear, deberían ser: el respeto mutuo, la cortesía, la amabilidad... Erradiquemos la violencia, y fomentemos la reflexión. Nuestra actual sociedad… “Así es (si así os parece)”, obra teatral de Luigi_Pirandello .

La Coruña, 5 de abril de 2011
Copyright©Mariano Cabrero es escritor

Insertado por: Mariano (05/04/2011)
Fuente/Autor: -La Coruña( España )/ Mariano Cabrero Bárcena
 

          


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