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Violencias

(4563)

¿CUÁL ES PEOR?
No hay una sola clase de violencia. Hay varias y a cual peor si dejamos a un lado, naturalmente, la violencia extrema que hay las guerras.

Pero ciñámonos ahora a la violencia moral genérica (no de género) en un lugar como la España de la paz. Es también terrible la violencia directa y física sufrida en atentado, en maltrato o en tortura. Y es preciso rechazarla y condenarla. Acabemos por todos los medios con ella. Pero arreciemos luego con la misma energía contra la otra, contra la violencia estructural y cultural. La violencia estructural y cultural se manifiesta en la moral-inmoral, en la violencia verbal, en la violencia mental, en la sevicia, en la violencia represora del Estado ejercida en distintos ámbitos de la política territorial. Carguemos contra todas ellas. Ya llevan demasiado tiempo instaladas en los espacios políticos y mediáticos, insufladas desde la sociedad civil que se va haciendo cada vez más agresiva y revierten luego a los medios adoptando formas sugestivas.

Así es que persigámoslas a esas clases de violencia con el mismo ahínco que perseguimos la violencia directa y física. Porque no se sabe qué es peor, si ésta (salvo cuando media muerte) o la moral o psicológica cuando no se le da respiro. Vivir, por ejemplo, sometidos al capricho de las clases privilegiadas, sometidos a los "mercados" acaparadores, a los prevaricadores y a otras presiones de origen social es asimismo insoportable aunque el grado de padecimiento dependa de las tragaderas y la sensibilidad de cada cual.

Porque en una sociedad que por tan libre se tiene, ¿cuántos millones de parejas conviven pero no se soportan y tiran a matar? ¿cuántas no conviven pero dedican su vida a destrozar moralmente la vida de aquél o aquélla con quien convivió? ¿cuántos niños sufren los terribles efectos de la violencia entre sus padres? ¿cuántos ancianos la sufren por la impaciencia patológica de sus herederos? ¿cuántas herencias e intereses matan sin metáfora o enferman sin remedio a los familiares que litigan? En esto sucede como en el asunto de la libertad en el que tampoco se sabe qué es peor, si perderla confinado en un penal, o sentirla permanente y gravemente amenazada. A veces uno se plantea si no es tan terrible en el día a día toda esa violencia moral en sus varias manifestaciones, como la mismísima violencia física...

No se diga que es la vida misma. Hay países que viven en un alto índice de felicidad. Como parece ser Nueva Zelanda, por ejemplo. Esta grave disfunción social la padece la vida de los países supercapitalistas donde la agresividad, la ambición y la pendencia están asociados a la funesta competitividad. De ahí pasa a la política, espacio éste donde alcanza proporciones indecentes e insoportables. Luego al ámbito laboral y por fin a los medios gráficos y audiovisuales donde se trafica con la violencia audiovisual que se vende y ofrece como diversión morbosa.

En el 68 “haz el amor y no la guerra” fue el lema. En este siglo de Superluces también, sí, pero cultívate un poco más, huye de la áspereza y de la confrontación, y cultiva la armonía, hombre de dios... Actúa. La ociosidad pura, la molicie, el pasotismo, la indiferencia, el tedio y el aburrimiento que se van apoderando de toda la sociedad pese al exceso de oferta telemática, o por ella misma, no se curan ni siquiera con amor; son más nocivos individual y colectivamente que si unos días al año nos liásemos en la calle sin motivo a puñetazos.

Decía Ortega y Gasset justamente eso, que es preferible partirle la cara al adversario que dejarse corroer por el odio hasta que termina descargándose de forma a menudo terrible. Y ese odio se respira y crece en la sociedad española, que sólo parece descansar en las vacaciones de verano: justo cuando los medios pasan a un segundo plano.

Insertado por: Jaime Richart (04/04/2011)
Fuente/Autor: -Jaime Richart
 

          


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