iberica 2000.org

 Inicio
Registrate Patrocinios Quienes somos Ultimos Artículos Tablón Anuncios

Ayuda 

COLABORADORES

Usuarios Registrados
E-mail:
Contraseña:  

BUSQUEDAS

 Indice alfabético
 Indice de autores

 

DIRECTORIO

 Artículos y reportajes 
 Consultoría jurídica 
 Denuncias y derecho 
 Flora y Fauna 
     Fauna 
     Flora 
 Inventos y patentes 
 Libros y lecturas 
 Noticias Ibérica2000 
 Política medioambiental 
 Proyectos e iniciativas 
 Turismo y viajes 
     Excursiones 
     Lugares de interés 
     Turismo rural 
 Webs relacionadas 
 Agricultura de casa 

 Artículos de opinión 

 Cambio climático 
 Energía eolica 
 Humedales 
 Mundo marino 

 Asociaciones y colectivos 
 Empresas y comercios 
 Organismos públicos 

 Fondos de escritorio 
 
 

El Sabinar de Olalla... desde Calamocha.

(4481)

COMARCA DEL JILOCA. OLALLA. TERUEL.
Un paseo por uno de los sabinares mejor conservados de Aragón. Estuvimos en Monterde de Albarracín, y por fin hemos podido llegar a la población de Olalla desde Calamocha, pasando por Navarrete del Río y Cutanda.







Para descubrir los rincones más escondidos de estas comarcas aragonesas, es imprescindible acercarse a las bibliotecas de los pueblos cercanos para rebuscar y descubrir libros que han sido escritos y recopilados por gentes con un entusiasmo especial.

Libros escritos para dar a conocer al detalle y con un magnífico análisis, los espacios naturales más emblemáticos y más queridos de su entorno más cercano, unas joyas de la Naturaleza que merecen ser reconocidas y por supuesto respetadas para su preservación.






En esta ocasión visitamos la biblioteca de Calamocha donde Benedicto, su bibliotecario, nos habla de Chabier de Jaime y nos muestra alguno de sus libros. Un libro-guía de rutas muy conocido en estas comarcas del Jiloca y Campo de Daroca, "Por la Laguna de Gallocanta y Sierras del Jiloca".
En él encontramos algunos artículos de rutas a parajes encantados y cercanos, como este del "Sabinar de Olalla", al que hace bastante tiempo alguien de Monterde de Albarracín nos habló de su existencia.


De Navarrete a Barrachina aparece junto a la carretera algún viejo peirón, testigo del paso de incontables caminantes, testigo de incontables actividades ganaderas y artesanas de hornos para fabricar yeso que hoy el tiempo los ha borrado, dejando estos lugares en silencio. Aquí empieza el tramo de un río mediterráneo de montaña y su bosque ribereño de chopos cabeceros, en un entorno de montañas deforestadas que aún realzan más su importancia geológica.


Los colores a mediados de octubre ya tornan pluscuamperfectos estos espacios de esta ribera de choperas conjugada de cultivos, donde sus líneas se acentúan a la caída de la tarde. El río Pancrudo es el principal afluente del río Jiloca. Nace en tierras de la Cuenca Minera de Teruel y recoge las aguas de sierra Lidón y de la sierra de Cucalón. El valle no es muy extenso y las llúvias aquí son muy escasas por lo que el caudal es sencillo. Pero son aguas claras, cristalinas, oxigenadas por su alegría que proceden de la infiltración de tormentas caídas en unas determinadas épocas del año, que son evacuadas rápidamente por la escasa vegetación de las laderas.

Unos 40 km nos separan desde Calamocha con el pueblito sencillo de Olalla.
Tomaremos la carretera de Navarrete y desde allí circularemos por la carretera de Barrachina junto al río Pancrudo.


Nos desviaremos a la izquierda hacia Cutanda por una carretera más estrecha, y posterior a este pueblo, llegaremos a Olalla.

Donde vamos, se trata de un bosque mediterráneo mixto de sabina vera con rebollo y carrasca. En él se esconden muchas sabinas centenarias o incluso milenarias. Un recorrido de unas tres horas y poco pronunciado por la suavidad del terreno, que nos transportará a imaginar cómo podían ser aquellos paisajes de troncos retorcidos con formas estranguladas en el tiempo, que han sobrevivido a condiciones extremas y que son aún seres vivientes, testigos de muchos pasos de esta historia de Teruel, de Aragón y de la Península Ibérica en general.

En invierno, entre un paisaje recién nevado en una dura climatología como es esta, puede ser más espectacular y más fácil de identificar las huellas sobre la blanda nieve que dejan los mamíferos nocturnos como el zorro, la gineta, la garduña, el jabalí o el gato montes. Al amanecer, siempre podremos saborear el despertar de las aves que deambulan sin perdernos de vista. Caminar sigiloso con prismáticos en mano.


Estos terrenos donde se asienta el majestuoso y monumental sabinar, pertenecen al terciario y al parecer, son los restos sobrevivientes de todo un bosque de estas mismas características que se desarrollaba desde Olalla, Cutanda, Navarrete y El Villarejo, que antiguamente descendiendo por los entornos de la población de Bañón a las planicies del río Jiloca llegaba y se unía a los sabinares que quedan en la Sierra de Albarracín, por las poblaciones de Monterde y Pozondón.
* Algunos detalles, del Sabinar de Monterde de Albarracín... (Enlace...)


Desde la misma población de Olalla, subiremos hasta la cima de su monte hasta llegar a la base de su torre, bien destacada en las panorámicas sobre su caserío. Y por la misma cumbre sin descender de dicho cerro, iremos acercándonos hacia el oeste (poniente del Sol), hacia donde se divisa una masa forestal a lo lejos; es el sabinar.

Por encima de esta cresta suave, entre cárcavas nos cruzamos la pista de tierra donde ya encontramos las primeras sabinas impresionantes, retorcidas, resistentes a tanta historia pasada, que son observadoras hoy de los que aún pasan por estos caminos.

A finales del mes de septiembre, ya con los primeros fríos con que despiertan los amaneceres aquí, el buitre que reposa entre rocas, alza el vuelo a nuestro paso aprovechando las corrientes de aire que el Sol empieza a calentar.


Aparecen cárcavas profundas formadas debido posiblemente a la destrucción del bosque original. Donde las aguas han corrido libres para erosionar a placer sobre un sustrato de limonitas, de arcillas rojas y conglomerados silíceos que conforman diversas tonalidades a este paisaje.


Cruzaremos entre pequeños campos cultivados de cereal y con "pipirigallo", para entrar en la masa del sabinar una vez cruzada una rambla.

Estos árboles monumentales se despliegan como fantasmas en una ladera, salpicando el paisaje de troncos desnudos y majestuosos, por la que asciende una pista que rodea el montículo. Iremos torciendo hacia la izquierda para analizar cuál de ellas se lleva nuestra mayor admiración por su belleza envejecida, por su mayor porte, entre un atractivo salvajemente natural que hará que no dejemos de fotografiar en cada mirada.



Entre los campos de cereal, se pueden aún encontrar sembrados de pipirigallo. Una forrajera de tierras de secano que gracias a su poca necesidad de empleo de pesticidas es económica para el agricultor, ofreciendo alimentación y refugio a muchas aves semilleras como la perdiz, la alondra, la cogujada, la totovía, el triguero, la codorniz, entre otras. Este cultivo alternativo "el pipirigallo" sirve de respiro a la sobre-explotación de cereal, y evita la desertización de algunos suelos que son abandonados temporalmente de la agricultura.

A principios de octubre el escaramujo ya marca las notas aisladas de colorido rojo sobre los bordes de los caminos y de los cultivos, amarillos por la paja cortada y amarronados por el trasiego de los tractores labriegos que la preparan a las primeras lluvias del otoño. Son las sintonías de unas tonalidades en una tierra que se prepara para los crudos fríos. El tomillo que engalana casi los suelos del sabinar, huele a cada paso, impregnando el aire con un aroma característico que envuelve el paseo y lo reconforta.

Las setas, sobre todo los rebollones (Lactarius deliciosus) si ha llovido durante el verano y en septiembre, empiezan a brotar entre la hojarasca del pinar (pinocha) a principios de octubre entre noches de temperaturas suaves, por numerosos rincones forestales; algo que atrae en estampida a numerosos recolectores de infinidad de pueblos cercanos. Las setas de cardo (Pleurotus eryngii) son las más apreciadas por las gentes de esta zona. Hay que añadir que se debería de alguna forma regular esta práctica de recolección tan agresiva, ya que muchos desaprensivos-avariciosos roturan los suelos de los pinares hasta con rastrillos en un afán desenfrenado en busca de estos manjares, sin tener en cuenta el tan importante como esencial uso de la cesta, que esparce y siembra las esporas al mismo tiempo que se pasea uno buscando por el bosque. Y que ni hablar de las basuras que uno se encuentra, fruto de algarabías de gentes que desconocen lo que es el respeto por estos preciosos lugares, últimos baluartes tan naturales como salvajes en este histórico Valle del río Jiloca.

Es en esos días de búsqueda de setas, en días nublados y húmedos entre semana en que el bosque está totalmente en silencio y exento de visitas, podemos deleitarnos de saborear la frescura de una Naturaleza sana, apartada, 100% ruralmente natural y aún semi-salvaje, donde podemos disfrutar a plenitud y a pasos sigilosos rebuscando con la mirada cada rincón entre la maleza, entre los arbustos rastreros, oyendo al avanzar solo el roce de nuestra ropa con las hojas del bajo marojal (robledal) que cubre la primera capa herbácea del pinar, que se encuentra empapado del rocío o de las lluvias de la noche. Líquenes (Peltigera sp. y Xanthoria sp.) que cuelgan y engalanan de plata los rameríos, con verdes musgos sobre las piedras que nos indicarán las zonas más frescas donde podemos encontrar estos sabrosos y valorados frutos de este bosque.

Aparecen también hongos capaces de formar castillos artificiales de esporas que manan de su interior para ser arrastrados por las brisas (Licoperdales) como los pedos de lobo (Lycoperdon perlatum) o el bejín gigante (Lycoperdon giganteum).

Son los cantos de las manadas de mitos, del picoteo del Picapinos o de los graznidos del Arrendajo común los que impregnan el aire; tan sólo los aleteos de la Paloma torcaz sorprendida entre la espesura romperán el silencio de este ecosistema tan sagrado para naturalistas y cazadores conscientes del pulmón que representa de cría y cobijo, para una última fauna que sobrevive en estos bellos lugares y que alimenta a todo su entorno más cercano.

Los conejos son abundantes en este espacio, junto con la sonora presencia de carboneros, herrerillos, agateadores, pitos reales, zorzales, mosquiteros papialbos, currucas carrasqueñas (que visitan estas latitudes en verano). Las aves que se alimentan de las gálbulas de la sabina como los zorzales, los zorros, los jabalíes y las mismas ovejas, contribuyen a esparcir las semillas tratadas con sus jugos gástricos estomacales e intestinales, lo que provoca una regeneración natural de este ecosistema tan amenazado.

]
La dehesa del sabinar albar de Olalla, está formada por majestuosos árboles, con grandes y corpulentos troncos que muestran sin tapujos su vejez, entre un pastizal aún en uso donde predomina el tomillo y las herbáceas pratenses (tréboles, vezas y otras leguminosas como la Astragalus sp., Anthyllis sp.) junto con gramíneas tanto anuales como vivaces (Trisetum sp, Vulvia sp., Agrostius sp, Holcus sp., etc.) y otras como la clavelinera (Dianthus turolensis) o la milenrama (Achillea odorata).

]
Esto era una dehesa boalar de propiedad comunal, a la que los vecinos llevaban su ganado -en la actualidad solo ya pastan las ovejas- durante los meses del invierno y de la primavera. Por eso -según bien lo describe Chabier de Jaime en su libro-, se vaciaba el bosque mixto original mediante cortas de rebollo y carrasca para leña, y queda así un pastizal entre sabinas.

La caída de la hojarasca bajo las copas y el efecto del sombreado de las copas sobre el suelo -produciendo una menor desecación del mismo- influyen en que, bajo el sabinar, crezca aún un pasto más nutritivo y, lo que es más importante, aprovechable cuando los pastos soleados ya se han agotado. Además, en años de escasez de pastos, las ramas bajeras de las sabinas eran cortadas y las ovejas comían sus hojas a modo de ramón. Por eso no es raro encontrar abundantes palos secos bajo dichos árboles monumentales.

]
En la frontera del sabinar, zona de transición con los campos de cultivo en la que podemos ver desarrollarse numerosas sabinas jóvenes, encontraremos algunas de las muchas parideras para el ganado, que son los restos-testigo de la abundancia ganadera a la que estaba sometido este bosque, la importancia económica que entonces representaba y sostenía a las gentes de estos pueblos.

En verano las abubillas, los colirrojos, los estorninos y los petirrojos, nidifican aprovechando los agujeros en las paredes de estas viejas construcciones de rocas redondeadas, rocas extraídas de las barrancadas limadas por las aguas.

Las sabinas tienen un tronco grisáceo y retorcido, con las hojas en forma de escama aplicadas a las ramitas -como el ciprés- y con las puntas separadas a diferencia de la sabina negral. Presentan pequeños conos masculinos con los sacos polínicos sobre las escamas, mientras que los femeninos son de mayor tamaño.

Las sabinas y los enebros son especies en general bien adaptadas a las condiciones climáticas adversas que se dan en estas tierras, a la aridez, a la continentalidad y a la pobreza del suelo, por lo que tienen un crecimiento muy lento y una espectacular larga vida. Según los datos consultados debieron ser, junto con el pinar, la vegetación dominante a finales del Terciario, y en las épocas glaciares del Cuaternario, que fue desplazada por los robles y las carrascas en los periodos interglaciares.

En esta parte del Sistema ibérico la sabina vera forma bosques puros sobre las parameras de sustratos calizos. En este caso, y en estos lugares hacemos especial hincapié en que es un bosque mixto con cupulíferas, característica propia de los sabinares del Valle del río Jiloca. Formaciones vegetales autóctonas con una personalidad propia y con un valor ecológico-científico incalculable, tanto por tratarse de relictos botánicos como por su valor biogeográfico, pues estas montañas esconden posiblemente los sabinares más majestuosos del mundo.

Pero los sabinares de la Comarca del Jiloca han sufrido durante años la destrucción tanto por la madera para ser empleadas como travesaños en el ferrocarril que comunicó estas tierras con Valencia, Calatayud y Zaragoza allá en 1900, como para alimentar el calor de los hogares, y para ampliar los terrenos de cultivo del cereal y de los pastizales. Se nombran en estos entornos tres sencillas manchas de vegetación importante de sabinar: aquí en el término municipal de Olalla, el El Villarejo y en Rubielos de Cérida.

]
Estuvimos en una de las laderas del Sabinar de El Villarejo, accediendo por la pista que cruza desde Barrachina, atravesando el río Pancrudo.

En esta zona aparece un albergue con alojamientos adjuntos-rurales que en invierno permanece cerrado. Desde aquí podemos llegar por pistas forestales a las laderas de sabinas y al chamizo o refugio de piedra, que entre campos de cereal vigila el valle del Pancrudo, la sierra de Cutanda, destacando al frente el Marojal de Pelarda con la ermita de la Virgen de Pelarda bien visible, con los extensos pinares de Torrecilla al fondo, destacando entre este lienzo a las poblaciones de Barrachina, Nueros, Cutanda y Olalla con su torre inconfundible.

Aún se realizan talas ilegales, por lo que su conservación es complicada, aunque está protegido en la actualidad, el sobre-pastoreo dificulta por una parte la proliferación de dicho bosque, y por la otra lo extiende con los excrementos de las mismas ovejas.


Volviendo a Olalla, y una vez en el altozano del sabinar:
Aquí en Olalla se pueden contemplar ejemplares de distinto porte, entre corredores fáciles para transitar. Aparecen troncos mutilados por podas bastas, que entre las sombras parecen algunos como fantasmas petrificados por el tiempo. La nieve acentuará la belleza del lugar si no es muy abundante y nos deja acceder a estos paisajes. Estos pueblos en tiempos de nevadas, aun pueden quedarse varios días incomunicados.

El Águila calzada, el Azor, el Gavilán y el Ratonero común serán las rapaces que durante las horas del día podremos reconocer si sendeamos muy atentos. Los prismáticos serán una buena herramienta para hacer el seguimiento mientras permanecen suspendidos sobrevolando en paisaje a toda vela.

Después de encontrarnos las últimas parideras, aparece una barrancada, donde atraviesa con poca agua un arroyo, el de los Cenizales, que marca la zona en que empiezan los campos de cereal y termina el sabinar. Un espacio que alimentado por el agua gran parte del año, cambia su vegetación con la presencia de mimbreras y herbáceas como adelfas, cardos zaiqueros y hierbas aromáticas como la menta. Chopos cabeceros se alinearán a lo largo del curso de agua, marcando visiblemente la barrancada desde lejos.

El cuco, la tórtola, el jilguero, los verdecillos y verderones son los visitantes ornitológicos de este punto durante los meses del calor.

La ruta rodea un altillo donde se encuentra el sabinar y donde se une el barranco del los Cenizales y la rambla del sabinar vuelve al mismo punto caminando siempre hacia la izquierda siguiendo de forma ascendente el último trayecto de esta vaguada que desemboca en el río Pancrudo.

Entre el sabinar, y los lindes de los campos de cultivo, aparecen los restos de parideras, que algunas son usadas aún por el ganado lanar, que entre las partes bajas de estos árboles centenarios, aún encuentran durante los calurosos veranos, hierbas tiernas donde pastar.

]
Olalla es un municipio que alberga unas 50 casas que adquiere su máximo esplendor en cada verano en que se llena de gentes. La construcción del pueblo mantiene una orientación protegida a los vientos procedentes del Moncayo "el Cierzo", y están orientadas para captar mejor el sol del mediodía. Los inviernos son muy crudos en estas parte de Aragón, posiblemente de toda la Península Ibérica. La destacada torre del siglo XVI de ladrillo mudéjar, apartada de su iglesia, dispone de una planta de ocho lados y está declarada monumento histórico artístico. Desde este punto, disponemos de una amplia panorámica para hacernos una idea del relieve que rodea este entorno.

Detalles de la Torre:
La Torre tiene una estructura mixta de cinco cuerpos, siendo el bajo de planta cuadrada y los restantes octogonales. La torre al exterior se articula mediante pilastras contrafuerte en los ángulos rematadas por entablamentos que hacen las veces de líneas de separación de cuerpos. La decoración se concentra en los dos primeros cuerpos siendo ésta a base de paños de cruces de múltiples brazos formando rombos y frisos de esquinillas a tresbolillo.


Muchos espacios del entorno que no debéis perderos en el Valle del Jiloca:
Ojos del Jiloca en Monreal del Campo.
Ojos de la Rifa a 2 km. de la población de Caminreal.
Las Lagunas de Gallocanta, La Zaida y Guialguerrero, con la visita al río Piedra de Torralba de los Frailes y al pueblo abandonado de Pardos.
El valle del río Pancrudo, el sabinar de Olalla y el marojal de Pelarda.
El Pinar de Torrecilla del Rebollar.
El Aguallueve de Anento y el Alguilay de Báguena.
La ruta de Calamocha a Daroca por la ribera del Jiloca.
La ruta de Calamocha por el Pueyo del Cid hacia Gallocanta.
Un paseo por la historia de la ciudad amurallada de Daroca.
Un paseo por los chopos cabeceros entre las aguas del río Pancrudo.

Detalles en Internet que hemos localizado:

* Son cuatro las grandes unidades del relieve englobadas en la Sierra de Cucalón: La Sierra de Fonfría, Sierra de Oriche, parte de la Sierra de Herrera, y propiamente la de Cucalón, en torno al municipio que le da nombre.
El Pinar de Cañamadera (Torrecilla del Rebollar)... (Enlaces...)

Libros que os recomendamos:
* Por la Laguna de Gallocanta y Sierras del Jiloca.
Por Chabier de Jaime Loren.
Editado por Prames 1993. Lo tenéis disponible en la biblioteca de Calamocha.
* BTT - 23 Itinerarios en bici por las Comarcas de Daroca y Calamocha.
Laguna de Gallocanta, Monasterio de Piedra, Sierra de Huerva y Jiloca.
Por José Moreno. Prames 1995.






Artículos y reportajes relacionados, desde Ibérica 2000:

* Un paseo por la ciudad de Daroca. (Enlaces...)
* La conquista cristiana de la ciudad de Daroca.
* Historia y documentación de la ciudad de Daroca.
* La nueva ciudad de Daroca, a partir del año 1142.
* Los orígenes de Daroca en la época musulmana.
* Los siglos de dominio musulmán en Daroca.
* La Ciudad de Daroca y su entorno. (Videos...)

* De Báguena a Daroca… en bici. (Enlaces...)
* Desde Luco de Jiloca a Báguena.
* Desde Calamocha a Luco de Jiloca.
* Lagunas de Gallocanta, la Zaida y Guialguerro.
* En ruta a Albarracín, Valle del Jiloca y Gallocanta.
* A Gallocanta desde el Jiloca…
* Por el valle del Jiloca, en Teruel.
* Desde Calamocha por el Poyo del Cid, a Tornos (Gallocanta)

* Por los rincones de Anento... (Campos de Daroca) (Enlaces...)
* Ruta circular Anento-Arguilay-Anento, en Bici.
* Mercado de Anento.


Otra información que puede ser de vuestro interés:

* Las encinas más longevas de Europa. (Enlaces...)

Insertado por: Ibérica 2000 (28/09/2010)
Fuente/Autor: Recopilaciones para Ibérica 2000.
 

          


Valoración

¿Qué opinión te merece este artículo?
Malo   Flojo   Regular   Bueno   Muy bueno   Excelente

Comentarios

SABINAS: GRANOS DE POLEN, ESPARCIDOS AL VIENTO…
Andoni Jurado, un observador privilegiado de la naturaleza, que vive en Escalera, zona sabinar, en nuestra Comarca de Molina de Aragón, ha tenido el privilegio de filmar un acontecimiento natural, muy difícil de poder verlo por su poco tiempo de duración, como son las nubes de polen del sabinar.

En esta especie de conífera, hay ejemplares que producen solo conos masculinos. Tienen escamas rojizas y en su interior se forman los granos de polen. Son pies macho.

En esta época del año, los ejemplares masculinos de sabina albar comienzan a liberar los granos de polen pues ya están maduros. Una ligera brisa desprende miles de estos granos que permanecerán suspendidos en el aire hasta caer al suelo. Algunos conseguirán entrar en los conos femeninos (unas bolitas moradas) y fecundar a los óvulos. Así se formarán las semillas.

Estas diferencias permiten distinguir a simple vista los dos sexos de las sabinas albares. Las que tienen un aspecto más rojizo (y carecen de conos esféricos azules) son los ejemplares masculinos. Los pies femeninos tienen un verde más oscuro en su fronda. Una lluvia en estos días lava el polen suspendido en el aire y el depositado en los conos limitando la polinización. Los soleados días de marzo están favoreciendo la reproducción de las sabinas albares.
https(-)://www.youtube.com/watch?v=JulxAYPDKas#t=125
Nombre: Susana Carbonell  (01/04/2014) E-mail: correo@iberica2000.org
 

Escribe tu comentario sobre el artículo:

Nombre:  

 E-mail:

 

Libro de Visitas Colabora Modo Texto Condiciones Suscribete

(C)2001. Centro de Investigaciones y Promoción de Iniciativas para Conocer y Proteger la Naturaleza.
Telfs. Información. 653 378 661 - 693 643 736 - correo@iberica2000.org