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Tres apuntes contra la desidia nacional

(3254)

NO AL DERROCHE, INMIGRANTES A PUEBLOS ABANDONADOS, Y ACUEDUCTOS
-Este país es un campeón de la inercia y del tópico. También es experto en dar vueltas y vueltas a asuntos deliberadamente inacabables. Deliberadamente, porque distraen atenciones y entontecen mientras algunos hacen su agosto.



Veamos tres ejemplos que no pretenden descubrir un mundo nuevo sino señalar precisamente que no lo es pero no se presta ninguna atención a ello.

Primero.- Derroche de energía.
Cuando las alcaldías, Comunidades Autónomas e instituciones estales demuestren con hechos y promesas que están dispuestas a economizar agua y energía, los ciudadanos empezaremos a escucharles y a colaborar.

Pero mientras se tolere a grandes almacenes y los ayuntamientos se unan a éstos en el despilfarro de watios con espectaculares iluminaciones anticipadas a las fiestas navideñas venidas a menos; mientras propaguen, fomenten, sufraguen y alardeen en vallas y spots publicitarios, de campos de golf y piscinas privadas en las infinitas urbanizaciones legales e ilegales; mientras construyan glorietas alfombradas de césped; mientras se produzcan exasperantes demoras en la reparación de fugas de agua por averías imprevisibles pero también por averías causadas por obras de construcción sin cuento; mientras los riegos automáticos no estén vigilados y en los pocos días de lluvia al año que padece esta seca península veamos salir el agua por tubos reventados sin que nadie acuda a solucionarlo, y tantos otros signos de dejadez y de estupidez, no habrá ciudadano, a menos que sea un lelo, dispuesto a cooperar. No habrá nadie que sienta la obligación de reciclar, ni de no derrochar luz y agua mientras pueda pagarlas. Con el propio gasto de carteles publicitarios instando a los ciudadanos a reciclar o a no desperdiciar el agua, podrían costearse cuadrillas trabajadoras que dejaran limpios los pueblos cercanos a la capital donde al lado de vehículillos costosos para quitar el polvo de la calzada pueden verse quintales de botes, botellas, plásticos, papel, etc en las cunetas y más allá.

Son los poderes públicos, y principalmente los ayuntamientos y sus alcaldes los primeros obligados a dar ejemplo. No al revés. Sin embargo al frente de todos los concejos están esos gobernados por quien sabemos que son los que van contra un elemental principio de austeridad en el gasto público. Pues esa ideología persigue todo lo que no sea opulento y lujoso. Y no sólo eso, es que predica perseguir a los países que, según ella, "reparten pobreza". Y ayuntamientos de esta clase los hay a millares en España. Pero sepan de una vez que mientras no empiecen este tipo de alcaldes y corifeos a hacer economía de luz y de agua, mientras veamos derroches luminosos en centros comerciales estomagantes en cada capital de provincia, nos desentenderemos del asunto hasta que nos quedemos sin luz y no salga agua del grifo para nadie. Las derrocharemos. Pero serán ellos, alcaldes, ediles, almacenes grandes, presidentes de Comunidad, regidores de edificios públicos, etc los culpables de un derroche insensato que al final lo soporta el medio ambiente y la naturaleza que ya incluso merece la cárcel.

Segundo.- Inmigrantes a pueblos abandonados.
La siguiente es una propuesta que a mi juicio vale su peso en oro. Se trata de encontrar la fórmula de entregar a los inmigrantes que los deseen zonas rurales, pueblos abandonados hace mucho tiempo por haberse marchado sus gentes del campo a las ciudades. Es sombrío, patético tanto pueblo fantasma con posibilidades agrícolas aunque no sea rentable la agricultura a gran escala. Seguro que los emigrantes que vienen huyendo de hambrunas, de guerras y de persecuciones podrían rehacer su vida en ellos y enriquecer incluso la zona a la larga. Pueden además habitar zonas cercanas a las masas forestales contribuyendo a evitar incendios forestales y a sofocarlos.

Tercero.- Acueductos
Obras extraordinarias para circunstancias extraordinarias es lo que se espera de seres y sociedades verdaderamente inteligentes. A grandes males, grandes remedios, dice un proverbio sabio, como todo lo popular aunque la necia sabihondez de los expertos a menudo tanto lo desprecie.

Habida cuenta la aleatoriedad e incertidumbre de las precipitaciones y la intensidad que el cambio climático está ocasionando en el planeta y en la península, valdría la pena que los españoles afrontasen una obra colosal.

Comunicar no ya las cuencas hidrográficas sino las regiones por acueductos. Es un desperdicio y una insensatez desperdiciar el agua sobrante de lluvias torrenciales en zonas que desbordan ríos y anegan grandes extensiones de tierra. No se puede centrar la solución de la escasez de agua en la construcción de pantanos si éstos van a estar destinados a estar vacíos. Comunicar a las Comunidades entre sí por acueductos sería un modo de demostrarse a sí misma esta sociedad que no es tercermundista como en tantos aspectos parece.

En cuanto al costo, piénsese en los colosales presupuestos gracias a las ayudas europeas destinados a horadar montañas y hacer puentes y autopistas. Piénsese en la absurda pleitesía que se rinde al turismo particular que, por otra parte está siendo fundamental causante de este caótico estado de cosas que viene del cambio climático que a su vez es causado por el calentamiento del planeta, que a su vez es calentado por la proliferación de los motores propulsados por carburantes insoportablemente ya contaminantes.

Todo ello, naturalmente, acompañado de una intensa educación de sobriedad en materia de recurso tan básico e irremplazable como es el agua.

Insertado por: Jaime Richart (23/11/2006)
Fuente/Autor: -Jaime Richart
 

          


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