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El Laberinto de Lou-lo-Chu

(2864)

EL DESTROZO VIARIO DE UNA CIUDAD.
En el trabajo "Pontevedra muere", actualmente en fase de reactualización, se ha dejado un poco de mano el tema puramente urbanístico, el destrozo del patrimonio, de plazas enteras que han quedado reconvertidas en cuestas ladeadas.

Se han anulado las arterias y han primado la reconversión de calles en auténticas corredoiras sin haber hecho un solo estudio de circulación. El unidireccionalismo ha sido la divisa de los aldeanos que actualmente gobiernan la ciudad, haciendo buena la afirmación del clásico. "Camino por donde quepan dos no lo hallarás en Galicia, aunque lo pidas por Dios".

Este debe ser el sonsonete, como especie de jaculatoria que los diseñadores sin cultura urbana de la nueva Pontevedra, con su zona vieja completamente arruinada, deben rezar casi todos los días, en su furia peatonalizadora de auténtica dictadura. En Pontevedra no se puede entrar.

El artículo, en clave humorística, sirve, un poco a modo de acta notarial, para definir la situación terminal de la ciudad, de un modelo de convivencia y la pérdida incalculable de capital social.

Pontevedra, 9.3.2006

El Laberinto de Lou-lo-Chu
por Xesús López Fernández


Existen diversas categorías de laberintos físicos: 1. Los simplemente conexos; 2. Los multiconexos o ramificados, y 3. Los insulares, en los que no vamos a entrar. Los primeros, frecuentes en antiguas construcciones grecolatinas, son los más simples, y para salir de ellos basta con llevar una mano apoyada en la pared al tiempo que caminamos. Estos laberintos también son llamados romanos o cretenses y, sin duda, el más famoso es el de Creta, dominio del rey Minos, que había obtenido de Poseidón el regalo de un toro espectacular, para demostración ante sus súbditos de que gozaba del favor del dios. Pero en contra de la orden del mismo de sacrificar el animal, Minos, vanidoso, quiso conservarlo. El dios tomaría venganza por medio de la indución de un deseo amoroso irresistible de Pasiphae, la mujer del rey, hacia el toro. Dédalo, el mismo que había construído las alas de Ícaro, también construyó una vaca de madera, en cuyo interior aguardaría Paesiphae la embestida del toro dando así satisfacción a su pasión y al deseo de venganza de Poseidón. Tiempo despues nacería Asterión, más tarde llamado Minotauro, un hombre con cabeza de toro (o si se quiere un toro con cuerpo de hombre) que Minos mantendría recluído en un laberinto construído por el susodicho Dédalo. El fin del Minotauro es conocido. Moriría, sin apenas resistencia, a manos de Teseo, que se aventuraría en el laberinto con la ayuda de una madeja de hilo, el hilo de Ariadna que le ayudaría a salir.

Los laberintos ramificados tienen una entrada y una salida y es fácil llegar a su centro o a lugar próximo, pero la salida se hace difícil en función del número de ramificaciones existentes. A esta categoría de laberintos corresponde el del palacio de Hampton Court (1510), escenario de saraos y francachelas de la Corte inglesa, pues fue sede de monarcas desde Enrique VIII (que igual se sobrepasaba en la comida o en la bebida que mandaba decapitar a sus esposas, por lo menos a las primeras cinco) hasta comienzos del siglo XIX. El laberinto data del año 1620. Y ha sido recuperado y recientemente abierto de nuevo al público. Ahora tiene, además, miles de sonidos y el visitante puede perderse por la vista, caminando por paseos encajados entre altos setos, o también por el oído, por los registros audibles emitidos por parlantes ocultos: fragmentos de melodías, susurros de sedas finas, conversaciones, risas activadas al caminar por los senderos serpenteantes.

Vayamos ahora con otros laberintos, cuando los partidos políticos están ya en campaña electoral con vistas a los comicios locales del próximo año y no se adivina la entrada en escena de algún nuevo grupo capaz de ilusionar a las gentes, de brindarnos un futuro de auténtica regeneración democrática, también posicionado contra la corrupción que es divisa frecuente en este momento. Cierto que puede haber sorpresas; pero de momento tenemos, tienen también los partidos ante sí, otros laberintos de difícil salida. En el caso de Pontevedra nos toca vivir, desde hace casi siete años, una especie de caos emanado por el poder local, acoso al modelo de ciudad tradicional que aquí existía y que ahora ha perdido su identidad y cambiado incluso la psicología de sus habitantes. Se adivina como una especie de delirio en el equipo gobernante, convencido de su labor hasta el punto de que quieren configurar una campaña de agitación y propaganda con su soez campaña del "puro Lérez", y en esta farsa quisieron nominar en Carnavales, al loro Ravachol (1) vestido de bañador, su dinamizador especial. Pero no hay color.

El caos involutivo de la ciudad nos lleva a un auténtico laberinto "insular", en el que es fácil perderse. La histeria arrasadora, deconstructora, acae en encrucijada de corredoiras por la que no se puede circular o se hace con peligro, laberinto de bucles contra la comunciación radial antes existente. ¿Cómo se llega al centro?, En coche no se llega, señor, que está prohibido. Y así, ¿cómo facilitar el dinamismo social, un comercio vivo?. ¿La calle Lou-lo-Chu?. La pregunta la hacía un chino que conducía un camión cerca de la Audiencia Provincial de Pontevedra.¿Lou-lo-Chu?, Sí, Lou-lo-Chu. El amigo que lo atendió supo traducir la difícil pregunta porque los chinos no pronuncian la "r", y acertó por casualidad. ¿Y no será Loureiro Crespo?, Sí, sí, Lou-lo-Chu, dijo el chino, Lo tienen difícil, porque incluso a mi me costaría trabajo llegar, pero pueden seguir por esta calle (García Sánchez), pasar bajo aquel puente y...volver a preguntar. El chino, los chinos, siguieron el camino desorientados, sin conciencia de que Pontevedra es hoy un auténtico laberinto en el que la globalización puede no tener campo, aunque algunos empresarios sin conciencia se obstinen en ver en estos chinos de todo-a-cien al dragón que los va a comer. Puede que dichos empresarios sean los mismos que pujaron por Continente/Carrefour, otro bucle (en parte con uso indebido de propiedad ajena, ocupada y no pagada), puede que inspirador de la mestástasis sobrevenida en pocos años, del afán, de la idea enfermiza de acabar con el comercio local. Pontevedra incomunicada, laberinto de bucles: el Laberinto de Lou-lo-Chu.


En el Laberinto de Lou-lo-Chu las cosas se complican día a día. Con fecha 28.3.2006 La Voz de Galicia pone de manifiesto, una vez más, el estado caótico de la ciudad, la nueva anulación de viejas arterias por las que en tiempos hubo servicio de tranvías que en los años cuarenta serían sustituídos por trolebuses.


Este servicio público acercaba la gente del rural a la ciudad y comunicaba Pontevedra con Marín o con las playas hoy arrasadas de Lourizán y Os Praceres.

Y temo que las cifras que cita La Voz se queden cortas, porque Pontevedra es ya un erial en el que pocas cosas se pueden hacer y menos aún en el futuro porque, según las planes del equipo de gobierno, no van a dejar una sola plaza de aparcamiento en superficie. Las gentes de la zona vieja siguen vaciando sus casas y el negocio inmobiliario puede estar centrado, en parte, en la danza macabra que representa el éxodo de las mismas hacia nuevas viviendas con plaza de garaje.

Es la consecuencia de no haber hecho un estudio de tráfico, son las directrices de los que, careciendo de cultura urbana, se han cargado el modelo de convivencia de la ciudad cuya zona peatonal hacen crecer día a día con diseños absurdos.

El Laberinto de Lou-lo-Chu, como no surja un nuevo equipo de gobierno después de las próximas municipales no va a tener otro sentido que el puramente arqueológico. Tarde se han acordado los empresarios de denunciar el daño que estiman en una pérdida de clientela, mayor todavía de lo que dicen porque alguno de esos empresarios se dejó llevar de la mano, convencer por el equipo de gobierno local. Es más, colaboraron en algún caso (la Asociación de Comerciantes de la Zona Vieja), en la implantación de la peatonalización que está matando la zona. Y esa peatonalización, que ha crecido y ahora afecta a otros sectores mercantiles de la ciudad es la que también denuncian otras agrupaciones que,
insolidarias en su día con las gentes de la zona vieja, ven por fin la ruína que se ha originado porque la gente escapa de los atascos y atrancos, de una ciudad en la que no se puede entrar, la gran aldea de Lou-lo-Chu.


(1) Ravachol fue un loro propiedad de don Perfecto Feijóo, boticario, frente a la iglesia de la Virgen Peregrina. Era un pajarraco ocurrente y con amplio repertorio de palabras. Un tanto anarquista. Ha sido convertido en personaje central, y querido, del Carnaval pontevedrés. Hasta que lo han marcado políticamente.

* A toda la información alojada en Ibérica 2000 por el autor... (Enlaces...)

Fdo. Xesús López Fernández

Insertado por: jesús lópez fernández (09/03/2006)
Fuente/Autor: -b-xesús lópez fernández-/b-
 

          


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